Los problemas de sonido en la última jornada del Low Festival 2017 nos dejaron con un sabor agridulce, pero Triángulo y el descubrimiento Geografies salvaron el cierre del festival.
Nuestra última jornada del Low Festival 2017 comenzaba con las expectativas bastante bajas, y con la cuota de nuevas tendencias del festival levantino: el concierto de la agrupación de rap / trap Agorazein. De nuevo, por cuestiones externas al festival llegamos a la mitad del set, pero con solo dos canciones nos bastó para comprobar que se trataba de la decepción del festival. No solo por unas condiciones técnicas pésimas (si no fuera porque había poca gente y al estar casi en la primera fila veíamos los labios de Tangana, Sticky y compañía moverse, perfectamente podríamos pensar que no estaba cantando ni rapeando nadie, debido al muy bajo sonido que se nos ofrecía), sino también por un setlist erróneamente escogido en el cual solo sobresalieron ‘Los Tru’ o ‘Guadalupe’ (donde comprobamos que seguramente el micro de Sticky emitía menos volumen que las quejas del público por ello).
Sin duda, la mejor opción fue partir al escenario Wiko a mostrar un poco de apoyo a esas pequeñas bandas emergentes a las que el Low Festival da visibilidad. Era el turno de Lígula, naturales de Valencia, quienes presentaban su dream pop con tinte épicos y folks que en una primera instancia nos había cautivado. La propuesta, más que efectiva (no en vano fueron ganadores del certamen Sona La Dipu), no aquejaba del temprano horario, si bien es cierto que unas horas más tarde tal vez el grupo podría haber disfrutado de una mayor afluencia de público. El problema fue de nuevo la sonorización, que lejos de llegar al destrozo que estaba teniendo lugar en el escenario Matusalem, solo sufrió la habitual bola de sonido que acostumbra a aquejar a bandas tan numerosas como la valenciana (7 en total sobre el escenario). Aún así, ‘Funeral’ o ‘Ocean’ dejaron claro que el grupo tiene más que merecido caché, y que, tras la interpretación de ‘Redes’, en castellano, el inglés le sienta mejor, dando la sonoridad necesaria a su instrumentación. Pese a todo, la magia del Wiko volvió a funcionar con Lígula.
Volvimos al escenario Matusalem sabiendo que el concierto de Triángulo de Amor Bizarro sonaría bastante mejor que el anterior que había tenido lugar en el mismo emplazamiento, debido a contar el grupo con su propio y habitual técnico; pero descontentos por el horario, pues una noche cerrada le hubiera sentado de lujo a Isa y compañía. Si bien su Salve Discordia tiene ya un tiempo, el concierto se vertebró casi en su totalidad en los temas contenidos en él. Prueba de ello es que a las primeras de cambio sonó el primer gran hit contenido en ese último LP: la efectiva ‘Baila Sumeria’, con sus repetitivos «la ciencia es mentira sin ti» y sus melodía que tanto evoca a los fundamentales New Order. Aún así, regalaron sus mejores canciones que tan bien han envejecido, y que sembraron la locura (y el pogo) entre las primeras filas. ‘Robo tu tiempo’ o ‘El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo’ dejaron claro que en su concierto no hay tregua ni para los propios músicos, que saben que ‘De la Monarquía a la Criptocracia’ es esa canción que hace que después de su concierto solo queramos más.
Indecisos aún entre ir a hacer cantera murciana al escenario Wiko con los siempre cumplidores Nunatak o chutarnos una sesión de nostalgia, nos decantamos por lo segundo e inauguramos por última vez el escenario Estrella Damm de este Low Festival con los más que veteranos Lori Meyers. Es cierto, sin duda alguna, que sus últimos trabajos carecen de la frescura que nos enamoró hace ya unos años. Prueba de ello es que el público, o al menos una gran parte de ellos y donde un servidor se incluye, coreó más esos momentos de ‘Luces de Neón’ o ‘Luciérnagas y Mariposas’ que las recientes ‘Siempre brilla el sol’ o ‘Todo lo que dicen de ti’. Tal vez, ‘Evolución’ sea la que mejor funcionó en directo de ese nuevo En la espiral. Finalmente, y aunque ‘Emborracharme’ y otros hits fueron momentos de clímax, fue el clásico ‘Ham’a’cucko’ la que se llevo la garganta de sus fans más clásicos.
No sabíamos muy bien que nos esperaba cuando decidimos sacrificar el concierto de Xoel López por acercarnos al Wiko a ver a otros valencianos emergentes. El trío Geografies se ha convertido sin duda alguna en nuestra revelación del Low Festival (y de lo que va de temporada festivalera). Solo una guitarra a veces delicada y a veces enérgica y flanqueada por un bajo y envolvente y una batería rocosa fueron necesarios para que esos temas recogidos en su primer disco/ep nos cautivaran. ‘Tenir proposits no es fer feina’, ‘Cistelles grogues’ o ‘La resposta’ ya son temas fijos en nuestras listas de reproducción para lo que queda de año, y tal como sonaron los temas inéditos que presentaron o la versión de ‘El Imperio Contraataca’, esperamos recibir nuevo material del grupo lo antes posible.
Otra ligera decepción fue la que nos llevamos con el concierto de El Columpio Asesino. Si bien tuvimos la satisfacción de vivir en directo esa intensidad ascendente que empapa temas como ‘Babel’, ’Perlas’ (con una más que mordaz guitarra) o ‘Ballenas muertas en San Sebastián’, todo el set se hizo lineal y tremendamente monótono, y en especial este último tema sonó completamente descafeinado. Para colmo, una de las canciones más esperadas del festival ese himno que es ‘Toro’, fue interpretada como es habitual con un solo estribillo, dejándonos con un sabor más que agridulce en la boca.
El resto de la noche terminó por confirmar algo que ya esperábamos cuando fueron publicados los horarios del festival, y es que esta última jornada era sin duda la más floja, a nivel calidad, del festival. Sin duda, Fangoria es ese concierto idóneo para el mamarracheo y la fiesta un domingo a las 2 de la mañana y de festival, pero con su segunda mitad del set nos hubiera sobrado. ‘Espectacular’ sonó más a La Casa Azul que nunca, y todos nos sabemos ‘Geometría Polisentimental’ o la inconfundible ‘Bailando’, que en esta ocasión cayó con un medley fugaz con ‘Toro’ (más animada que minutos antes) y ‘Yo quiero bailar toda la noche’. Tras ellos, y para seguir con la tónica que esta última jornada del Low Festival estaba tomando, era el turno de Ojete Calor, quienes por suerte, estuvieron más comedidos en sus charlas entre temas que en el WAM Estrella Levante y dejaron a la gente disfrutar por completo de ‘Maribel’, ‘Vete a tu casa’, ‘Tonta Gilipó’ y esa suerte de himnos del subnopop que tan bien se les da. Para cerrar, unos intensos Satellite Stories que no hacen sino continuar una formula más que agotada. Como decía un compañero mío, una mezcla entre Kakkmaddafakka y Two Door Cinema Club que acabó por cansar, interpretando canciones lineales que de vez en cuando arrojaban un poco de luz en temas como ‘Australia’.
Nota: nuestra fotógrafa se pasó gran parte de la tarde acompañando a los murcianos Nunatak, quienes tuvieron que lidiar contra los sonidos que se colaban constantemente en la ubicación del escenario Wiko y, lo que es peor, el multitudinario concierto de Lori Meyers, pero ella eligió quedarse con ellos. A pesar de los inconvenientes, la épica musical de Nunatak salió airosa de la prueba, incluso cuando cantaron a pelo, sin micrófonos, y el sonido de los grandinos comía sin piedad a los murcianos.