El jueves 24 de abril hubiera sido un día tan bueno o tan malo como cualquier otro, de no ser por la cita que teníamos para ver a Standstill en L´Auditori de Barcelona, dentro del 15 Festival Mil·lenni. Según palabras del propio Enric Montefusco, ésta iba a a ser la única ocasión de ver Cénit con una coral acompañándoles en el escenario- Cambra 16 fueron los encargados de hacer esta interesante colaboración-.
Poco antes de las 21:00 accedíamos a L´Auditori para instalarnos en nuestras butacas. En el escenario podíamos ver ya las 5 ventanas -pantallas- de estilo gótico y todos los instrumentos preparados para el espectáculo. Una máquina de humo se encargaba de ambientar ligeramente la espera mientras los asistentes llegaban y se acomodaban en sus plazas.
Como si de una obra de teatro se tratara, se apagaban las luces, y una voz anunciaba que el espectáculo (sí, Cénit no es sólo un concierto), iba a dar comienzo. Saltaban al escenario entonces Standstill, recibidos con el cariñoso aplauso del público, y segundos más tarde lo hacían Cambra 16. Tras unas palabras de agradecimiento de Montefusco, ya todo estaba preparado para el comienzo del show.
Así empezaba Cénit, con la pequeña gran intro, ‘Que No Acabe el Día’, con una intensidad aún mayor gracias a la coral; toda una declaración de intenciones que avisaba de lo que se nos venía encima esa noche. Una percusión atronadora, unas increíbles voces -las de Cambra 16-, que abrazaban a la perfección la de Montefusco, ya nos dejaba con la boca abierta nada más empezar.
Sin dejar tiempo para reaccionar, seguían con ‘Conjuro de Todos los Tiempos’ y entraba en juego el láser (menos usado aquí que en festivales y escenarios abiertos), que junto a las imágenes de reminiscencia gótica o la imagen difuminada de Montefusco o de Ricky Lavado (impresionante trabajo a la batería), proyectadas en las 5 ventanas, ofrecía una gama increíble de estímulos y emociones en las que el espectador podía quedar atrapado. Continuaban con ‘Adiós Madre, Adiós’ y aprovechaban la ocasión para dedicarla a todas las madres, en especial a las de alguno de ellos, que estaban entre el público.
Entre el láser, las voces, los juegos de luces, las percusiones arrolladoras e imágenes proyectadas, transcurría el espectáculo con ‘Tocar el Cielo’, y después , con ‘Pequeño Pájaro’, arropada por todo este juego de emociones, me quedaba atónito, clavado en la butaca. Mirada ahora en Montefusco con su guitarra, ahora en las ventanas y sus proyecciones.Y ya con la emoción a flor de piel, entraban las voces de Cambra 16 casi al final de la canción, subiendo en volumen y en intensidad poco a poco para luego retroceder y dejar a solas los acordes de la guitarra de Montefusco y las teclas de Ricky Falkner, dejándome los ojos humedecidos ante una canción realmente preciosa. Era la primera vez -la primera de unas cuantas- que caía en la cuenta de que tenía que seguir respirando.
Venía a sacarme de ese estado ‘Nunca, Nunca, Nunca’. Montefusco abandonaba su sitio para acompañar a Piti Elvira en la percusión, y junto a Lavado nos ensordecían con una intensidad atronadora, a la vez un sintetizador punzante creaba la necesidad de saltar de la butaca al ritmo que marcaban. Mientras, unas luces rojas parpadeantes y unas imágenes rápidas aparecían y desaparecían en las ventanas, dejando una sensación sobrecogedora de caos (caos ordenado si lo inventa Standstill). Y yo había vuelto a dejar de respirar.
‘¿Puedo Pedir?’ ayudaba a bajar las pulsaciones, pero sin tiempo para reaccionar, seguían con ‘Me Gusta Tanto’.El público acompañaba su inicio con palmas al ritmo que marcaba Lavado. El tema crece progresivamente en intensidad mientras van sumándose los sonidos, y es realmente complicado estarse quieto en tu asiento mientras coreas <Me gusta tanto ir de tu mano>.
He de reconocer que ‘Vuela, Extranjero’ no es de mis favoritas, pero en directo cambia totalmente. La forma en que la banda defiende sus canciones es demoledora y la escenificación de Cénit hace que sus temas sean aún más atractivos, y más en algunos como ‘Si Vieras’, uno de los más bonitos de ‘Dentro de la Luz’.
Tras ‘La Casa de las Ventanas’, una de las canciones donde más luce la impresionante voz de Montefusco, llegaba el momento de la despedida con ‘Un Sitio Nuevo’. Es curioso ver cómo un tema que podría pasar desapercibido al estar al final del disco y tener una letra no demasiado larga -podría ser un outro– adquiere tantísimo peso y sentido en Cénit. Es sencillamente impresionante cómo casi un susurrante Montefusco interpretaba la canción mientras poco a poco su voz iba tornándose un eco a la vez que la coral crecía en intensidad, dejándome en una especie de ensoñación en un momento verdaderamente mágico, despertando de él al apagar sus voces en un alargado y decreciente final… Sólo entonces volvía a ser consciente de dónde estaba: agarrado en mi butaca de L´Auditori. Sin respiración.
Fue entonces cuando el público quiso -quisimos- agradecer lo vivido con una gran ovación que la banda compartió con todo el mundo que hace que Cénit sea posible; técnicos de montaje, técnicos de imagen y sonido y, en ésta ocasión especial, la coral Cambra 16.
Podría haber sido un jueves normal, pero el jueves 24 de abril de 2014 quedará grabado en la memoria todos los que asistimos a éste espectáculo. Standstill emocionó a L´Auditori.
Fotos: Estefanía Calero y Ángel Pallarés