La semana pasada asistimos al último Proyecto Waikiki, una velada protagonizada por los conciertos ofrecidos por Venturi y Alien-Dude.
Aunque denostar a los intermediarios de todo tipo siempre ha sido una práctica popular, el trabajo de las pequeñas promotoras de conciertos es una parte importante de la escena musical de una ciudad y una contribución nada desdeñable a su tejido cultural. Gracias a ellas, los grupos emergentes en general y los noveles en particular a veces encuentran un asidero inicial que les ofrezca la posibilidad de despuntar, dando así unos primeros pasos que sin ayuda podrían resultar los más difíciles de su carrera. Proyecto Waikiki es una de estas promotoras dedicadas a la difusión de la música creada por grupos denominados emergentes, principalmente a través de la organización de conciertos bajo el paraguas que ofrece su nombre. Así, las veladas organizadas por esta promotora constituyen una excelente oportunidad para tomarle el pulso a diversas escenas locales —sin limitarse a las madrileñas— y para disfrutar de la posibilidad de escuchar la música de bandas todavía poco conocidas, pero de las que quizá oigamos hablar en un futuro no lejano.
El evento organizado por Proyecto Waikiki el pasado sábado 29 de septiembre reunió en el Maravillas Club a dos jovenes grupos afincados en Madrid, con Alien-Dude siendo los encargados de inaugurar la velada con la puntualidad que usualmente caracteriza a este tipo de veladas. La sala aún distaba de estar repleta pero, cual flautistas de Hamelin, los primeros acordes ofrecidos por Alien-Dude bastaron para atraer al público que remoloneaba en el exterior, entregado al tabaquismo o meramente socializando. En pocos minutos el grupo ya interpretaba su material ante una audiencia mucho más nutrida que propició una mayor tranquilidad, visible en detalles como las numerosas ocasiones en que su cantante descendió del escenario guitarra en mano para adentrarse entre el público sin dejar de tocar. La banda desgranó un repertorio que, si bien no es del todo revivalista, si exhibe de manera inequívoca un abanico de influencias que abarca desde el grunge de la década de los noventa hasta el stoner rock del siglo XXI. Y por supuesto, los muchachos de Alien-Dude reservaron su “So, Have Fun” para el final, casi como si nos desafiaran a no considerarlo un hit.
Tras la salida de Alien-Dude no tuvimos que esperar durante demasiado tiempo a Venturi, una banda cuya cuidada estética le presta un gran impacto visual: uniformidad en el vestir, torsos a la vista y cortes de pelo esculpidos con esmero. Pero su propuesta pop rock no se limita a una estudiada puesta en escena y su evidente fotogenia, detalles que en sí mismos servirían de bien poco si en su repertorio no contaran con unas cuantas canciones con el potencial de “Tiovivo” o “Volando”. Destacable es también el uso que Daniel hace en directo de un micrófono adicional para distorsionar su voz con un efecto tipo megáfono, o la descarada facilidad con que Jonás y Lucas se alternan a la guitarra y batería. No hay demasiados reproches que hacer al directo de Venturi, un grupo que hace de la atención al detalle una verdadera profesión de fe y cuya propuesta ya presenta abundantes rasgos de madurez.
Fotografía: Aída Cordero