No la vio venir nadie. La confirmación de Los Chichos por el Primavera Sound es un acto publicitario cuya amortización ha sido inmediata. Mejor que cualquier lona fuera cual fuera el nombre impreso en ella.
Una vez leí a un periodista decir que iba a las tertulias de la televisión con la esperanza de que alguien tuviera curiosidad por sus columnas. La confirmación del Primavera Sound ha tenido un poco de eso. A sabiendas de que iban a tener la habitual repercusión mediática, han decidido cambiar de registro para ser de forma absoluta y totalitaria, el centro de atención informativo. Y con algo de suerte, gracias a Los Chichos, ganar incluso algún asistente que de otra forma hubiese sido imposible de ver en su recinto.
El Sonorama Ribera ya tuvo un genial ramalazo llamando a filas a Raphael, aunque aquella confirmación encajaba mejor en nuestra lógica musical. Raphael es un divo, y su música ha sonado por todo el mundo durante décadas. Su presencia mediática ha sido más o menos constante en el tiempo, y su persona, por lo tanto, nos es más familiar. Encima, “Mi Gran Noche” se estaba convirtiendo en una especie de himno para las nuevas generaciones. Buen tanto del Sonorama, sutil y preciso, pero sin el poder del acto realizado por el festival barcelonés. Porque incluir a Los Chichos, un grupo que en teoría ya se había despedido de los escenarios en el Viña Rock (sí, leen bien, el PS tampoco ha descubierto la pólvora), es una demostración de poder que difícilmente se podrá igualar en España, por lo menos mientras el Primavera Sound tenga la etiqueta de mejor festival nacional. Se podrá argumentar que artísticamente, Los Chichos están muertos, que viven de recopilatorios y reposiciones, sin embargo esto no es algo negativo, ni mucho menos. Nadie osaría criticar la actuación de Patti Smith el año pasado representando Horses, o la de esta edición con Brian Wilson y el Pet Sounds. Lo cierto es que todos tenemos en un plano completamente diferente la música de los citados artistas norteamericanos, y a la de Los Chichos. La confusión en nuestra mente es tal, que una banda del tercer escalón, queda por encima de todas las demás. Han roto nuestros esquemas implementando una idea imposible. ¿Necesitaba esto el Primavera Sound? Desde luego que sí, porque lo de dejarnos pegados a la pantalla esperando que un cohete despegara fue algo bueno, la presentación que después vimos resultó ser excelente. Nadie esperaba menos de la organización, pero en lo inconcebible reside la magia. Porque ya da igual a quién confirme el Low, el BBK o el FIB, que estaban -y seguirán- haciendo un gran papel. El Primavera Sound va a juntar el sábado en el mismo lugar a Los Chichos con Brian Wilson, con Deerhunter, con PJ Harvey, y con Sigur Rós. Eso, queridos lectores, es inigualable, y para un hater, casi incontestable. Por si fuera poco, nivel económico, nadie duda de que el caché de los madrileños es un chollo si lo comparamos con la difusión a nivel nacional que ha tenido la presentación.
Y no cesan aquí los beneficios de la ocurrencia. Los asistentes más elitistas estarán contentos de acudir al acontecimiento en junio, Los Chichos, iconos de la música española durante los 70 y 80, asalariados de Universal, Philips y Polygram, le darán más visibilidad y colorido a su efeméride musical preferida. La entrada del pueblo (de Vallecas encima) en el cartel, es condición sine qua non para que haya circo. El espectáculo mediático y tertuliano ya está montado a modo de falsa polémica, porque a la mayoría de los puristas (?) les habrá dado igual que estos tres tengan un hueco, y lo mejor, a nivel publicitario, es que el vocerío al respecto no cesará hasta que suenen los primeros acordes el 4 de junio. Eso en el mejor de los casos.
Enhorabuena al Primavera Sound, han conseguido que se hable de su festival sin apenas reparar en los nombres que harán que te compres el abono. Muchos, en el futuro, imitarán la iniciativa, y van tarde, porque al imaginario colectivo siempre volverá ese cartel en el que Thom Yorke y los hermanos González Gabarre compartieron espacio. Los que tengan memoria siempre podrán recurrir a citar al Viña Rock o al Sonorama Ribera para quitarle magnanimidad al asunto, los más avispados incluso se atreverán a decir que en los países anglosajones es habitual ver estas mezclas, pero con el Primavera hemos topado.