Vivimos en una sociedad en la que las etiquetas por fin comienzan a desaparecer. El inquieto mundo de la música (y, sobre todo, el del pop) no podía quedarse atrás ante esta nueva tendencia que pretende disolver toda barrera que separe cualquier género musical.


¿Quién no ha escuchado a un grupo de música alguna vez y ha visto imposible situarlo en un género musical concreto? ¿Cuántos oyentes de Spotify se han comido el cerebro y los sesos a la hora de crear (¡y nombrar!) una playlist estructurada y coherente cuyo sonido siguiera el mismo patrón? ¿Qué persona en la faz de la Tierra no se ha visto en la necesidad de buscar en Wikipedia, por ejemplo, acerca de Alt-J para salir por fin de dudas sobre el tipo de música que producen/tocan/cantan? ¿Qué ser humano no se ha llevado las manos a la cabeza cuando ha leído que la música de Beach House se catalogaba A LA VEZ como Indie Rock/Electrónica/Dream Pop/Pop Barroco/Experimental? ¿Vamos a necesitar a partir de ahora un diccionario musical que nos aclare este infierno de etiquetas? La respuesta no está clara (para variar) y a los artistas de hoy en día lo que les va es la marcha para así ponernos a prueba.

La música pop siempre ha sido la reina de todas las pistas de baile del planeta y el género musical que más millones ha vendido por todo el mundo, gracias, en parte, al imparable “fenómeno fan” y a la incombustible “radiofórmula”. Por ello, resulta -cuanto menos- sorprendente el hecho de que, hoy en día, sea el género musical que más esté en el punto de mira de los medios musicales de comunicación independientes. Aquellos blogs o páginas web que se auto-catalogaban como “independientes” (otra etiqueta que resulta imposible de definir con exactitud) ahora hablan de Beyoncé. Y nosotros no podíamos ser menos.

Beyoncé – Lemonade

La cultura pop es un monstruo en toda regla que mueve dinero y masas a su antojo, creando por sí mismo sus propias reglas del juego y no dejando indiferente a nadie. Todo el mundo tiene su hueco en el pop, su popstar favorito/a y su disco de hits bailables que siempre, SIEMPRE tiene que sonar en una fiesta en casa. Porque, al fin y al cabo, el pop nos ha acompañado a todos en algún momento de nuestra vida, ya sea en el gimnasio, en una discoteca o en un coche de camino a la playa. No obstante, a pesar de ese inevitable vínculo del que hablamos que une irremediablemente a todo consumidor medio de música con el género pop, se tiende a “despreciar” o “minusvalorar” la calidad musical (a nivel de composición, interpretación, producción…) de esta variedad en cuestión. Existe una inclinación social por tachar de “máquinas de producir dinero con mentes vacías” a aquellos artistas que se dedican a la profesión de ser “popstars“.

Aquí es donde entran en juego cantantes como Beyoncé o Lady Gaga. ¿Qué está pasando con estas dos mujeres, que han pasado de aparecer día sí y día no en MTV (qué tiempos, ¿eh?) a publicar “álbums visuales” con mensajes reivindicativos, polémicos y potentes (que no se dejan escuchar tan fácilmente en Spotify) rodeadas de lo mejorcito que hay ahora mismo en el panorama musical “alternativo”? El género pop vive actualmente uno de sus mejores momentos gracias a este tipo de colaboraciones bizarras que nadie hubiera imaginado años (¿meses?) atrás. Nadie se esperaba que Beyoncé, una cantante llena-estadios, se metiera en el estudio de grabación con artistas de la talla de James Blake o Jack White, y produjera su nuevo álbum, el críticamente aclamado Lemonade (Parkwood Entertainment, 2016), con Kevin Garrett o Ezra Koening (Vampire Weekend), entre muchos otros.

Lady Gaga y Mark Ronson

Del mismo modo, nadie estaba preparado para lo que se nos venía encima con el comeback de Lady Gaga. La neoyorkina que nos tenía acostumbrados a vestidos de carne ahora colabora con Kevin Parker (Tame Impala), Mark Ronson, Father John Misty, Beck y Florence Welch (Florence + The Machine) en lo que será su nuevo disco, Joanne (Interscope Records, 2016), previsto para ser lanzado el próximo 21 de octubre. ¿Qué está ocurriendo? ¿El “pop” se convierte poco a poco en “alternativo”? Lo que está claro es que, a estas alturas, lo más lógico y respetuoso es escribir todos estos términos y conceptos entre comillas, pues nadie parece aclarar, por ejemplo, de qué género estamos hablando cuando escuchamos la nueva canción de Gaga, Perfect Illusion, la cual mezcla en solo 3 minutos: riffs de guitarra eléctrica (propios del rock), un key change (influencia más que clara de Tame Impala) y un estribillo repetitivo que no puede ser más pop.

BloodPop, Mark Ronson, Lady Gaga y Kevin Parker (Tame Impala) en el estudio de grabación

Quizás los antiguos seamos nosotros, los oyentes. Quizás la música sigue su propio, natural e inevitable curso y nosotros no somos nadie para impedirlo. Quizás tengamos que dejar de etiquetarlo todo para mantenerlo todo bajo control, y empezar a respetar, y sobre todo disfrutar, de la música que los artistas nos ofrecen.

“No tengo ni idea de qué es lo que estoy escuchando. Pero me flipa”. Punto.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *