El concierto de Nunatak, que debía empezar sobre las 22.15, se retrasaba. Claudia (de Son Buenos) me confesaba que de no saber que estaban vendidas todas las entradas estaría muy nerviosa. El fútbol es lo que tiene, paraliza a un país entero, y más si es un “clásico”. Y así fue. Unos quince minutos después de terminar el encuentro futbolero, la Sala Siroco empezó a llenarse de incondicionales “nunatakeros”. Debo subrayar la importancia de este éxito de público teniendo en cuenta que el concierto coincidía con el abarrotado concierto de Second en La Riviera (“Murcia powah”).


Mientras los rezagados amantes del fútbol iban llegando al concierto de Nunatak, yo cogí sitio en las primeras filas, asegurando la plaza para poder hacer fotos a esta pedazo de banda que me tiene enamorada desde que les escuché por primera vez, hace más de dos años. Por fin salían al escenario, ya con la sala a reventar. Los primeros rasgueos de guitarra revelaban el inicio con ‘No volveré a verte’, seguida de otro tema del segundo disco, ‘Después de todo’, con una preciosa trompeta que empastaba perfectamente con la voz de Adri.

Cansado de no reconocer ni la sombra que duerme a mis pies“, así empezaba la recuperación de los temas del disco anterior, con la melancolía de ‘Luz en su voz’. Muy emocionados por la acogida, Nunatak, aprovechaban para dar las gracias y seguir con su lado más folk en ‘Luna’. La trompeta “fronteriza” de ‘Un viejo sol’ casi me transportó a un escenario de western. Ojo, que podría ser una perfecta banda sonora de una película de Quentin Tarantino.

Adri pidió silencio para dejarnos ojipláticos y boquiabiertos con el inicio de ‘El pulso infinito’, él solo con la guitarra acústica, hipnotizándonos con la belleza que se había creado. Poco a poco se le fueron uniendo las segundas voces y demás instrumentos, creando una atmósfera casi etérea. La épica de Nunatak hacía su flamante aparición con ‘Más al norte’. Sin dejarnos recuperar aliento, el violonchelo nos seguía trasladando por este particular viaje que proponen los cartageneros.

Por fin llegaba uno de mis momentos favoritos de la noche, la frase de ‘El mundo a tus pies’ de los cachorricos me encantaba y deseaba escucharla en directo, como así se lo hice saber a mis acompañante. Pero, ¡oh!, el sonido quiso abandonarnos… lo que podría haber sido un fracaso absoluto Nunatak lo convirtió en el momento más especial de la noche ya que prosiguieron con el concierto sin altavoces, acompañados de la complicidad de los asistentes, quienes ayudaron a crear el silencio mientras Álex alentaba con ímpetu para que todos ayudásemos a crear esa magia irrepetible. Así que mi momento favorito de la noche fue el encadenamiento de las versiones “desenchufadas” de ‘La cuarta dimensión’ y ‘Volverá a nevar’ que, por cierto, sirvió para ver quién era seguidor real de Nunatak puesto que es otra de las canciones contenidas en su EP. Todo aquel que la coreara tendría el carnet de verdadero fan.

De manera casi predestinada el sonido volvió justo en el momento en el que le tocaba el turno a  ‘Nubes’, la primera canción que compuso Adri, ya con toda la potencia necesaria. ‘Solos’ nos devolvió al estilo más folk para encarar el apoteósico final de concierto con ‘La primera luz’ en la que, admito, se me humedecieron los ojos. Menos mal que con ‘El grito’ pude salir de mi estado de paroxismo. A pesar de la insistente petición del público, Nunatak tenía que irse, y lo hicieron eligiendo ‘Soy viento, soy fuego’, sin duda una de las mejores canciones que resumen el espíritu de esta banda murciana que cada vez se hace más grande. Sin poder evitarlo.

Fotografía y texto: Aída Cordero

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