El grupo ruso Motorama volvió a España para presentar su último trabajo, Poverty. El regreso de los eslavos pródigos contó con el sold out a pesar de lo parco de su puesta en escena.
Es posible que la ballena tuviera inquilinos dentro. Así podría iniciarse la conocida leyenda bíblica, pero el contexto nos lleva a un lugar menos sagrado y más actual: la sala Moby Dick. La casualidad quiso que en uno de los días más invernales de junio se colgase el cartel de “No hay entradas”. Los inquilinos de la ballena no eran otros que uno de los grupos rusos de mayor trascendencia fuera de sus (enormes) fronteras: Motorama.
Los escotes vertiginosos no eran bienvenidos en una noche donde el movimiento de las hojas hacía presagiar un desenlace diluviano. Sin embargo, el interior de la madrileña sala Moby Dick bien podría parecer un jodido horno panificador. El único espacio libre se encontraba tras pasar las primeras puertas, contando, pues, con una visibilidad mejorable. El concierto acababa de prender mecha aunque el fuego solo fue visible en el público presente que, pese a denostar los pogos en los temas de mayor velocidad, puso más carne en el asador que los amigos rusos. Tanto Vladislav, voz, como el resto de la banda estuvieron en todo momento en su perfecto papel de autómatas musicales sin apenas mencionar a los parroquianos. Ni un atisbo de expresión salvo en sus característicos movimientos rítmicos, acuciados por su nuevo y (vintage) corte de pelo. Una hora de concierto que resultó como una eyaculación precoz: cuando una empieza a emocionarse resulta que la fiesta ha terminado y Paloma San Basilio no está para solidarizarse contigo. Una hora de Ian Curtis, voz de ultratumba y un estilo que nada brazadas tanto a punk como a regusto new wave. Esta mezcla es la que presentaron en Poverty y es la que mostraron sobre el escenario: atmósferas aún más tétricas y repetición de la fórmula de sus anteriores trabajos tal y como se vivió en tema como ‘Heavy Wave’ o ‘Lottery’. Se han quitado las etiquetas y puesto los trajes nuevos, pero surgen dudas de si es el camino correcto o no. ‘One Moment’ no sonó y sólo ‘Ghost’ me hizo recordar el alma que tenían sus primeros temas.