Monkey Week culminó su transformación de festival gaditano a festival sevillano cosechando un gran éxito. La organización estuvo a la altura pese a comenzar titubeante y la música sonó mejor que nunca en las salas de la capital andaluza.


Mi Monkey Week se ha visto marcada por una presencia inesperada, la de Cheeta, una simpática pulsera que se agarró a mi muñeca y que no se soltó hasta el domingo. Gracias a Jägermeister no me perdí medio festival y pude disfrutar de su espectacular espacio subterráneo, el lugar ideal para que Trepàt luciesen más si cabe. Los granadinos parecen sobrevivir a cualquier cambio de formación y no me extraña: su calidad es infinita. En Sevilla el amor estuvo bajo tierra.

Monkey Week obliga a correr y al poco ya estaba disfrutando de los últimos compases de Detergente Líquido. Fue en la Fan Club, mítica sala de la Alameda sevillana que acogió el concierto de mis paisanos, unos Detergente Líquido que han crecido cosa mala desde que los conocí. Su pop es crítico, costumbrista, alternativo y llamativo. Los chicos y chica de Discosdelrrollo nunca van a ser León Benavente, algo que agradezco muchísimo.

En este temprano punto tengo que lamentar la ausencia de White Bats por motivos de salud, tuvieron que cancelar su concierto y me dejaron con las ganas de escuchar esa onda de choque sonoro que fabrican a base de sintes. Otra vez será. Reprogramé a Cheetah y me marché hacia el concierto de Boreals, que pese a su juventud me encandilaron. Tienen detalles muy buenos estos chicos y no es extraño que hayan tocado en festivales de renombre. Nuevo paseo, esta vez de vuelta al subterráneo de Jägermeister (¿he dicho ya lo agradecido que estoy?) para disfrutar de ese torbellino llamado King Cayman. Si no estamos ante la mejor monobanda del momento que baje dios y me lo niegue. Espero que revisen el aparcamiento porque tanta distorsión tuvo que afectar a los pilares.

Cheeta, en un alarde de elitismo, no quería que fuese a ver a Agoraphobia, en su pantalla azul aparecía un mensaje que ponía: “el escenario gratuito es de pobres”. Pero una vez más la maldita pulsera estaba equivocada. Tengo la suerte de haber estado viendo a las gallegas los tres últimos años (contando con este) y me atrevo a decir que el del Escenario Ron Contrabando fue el mejor concierto que hayan dado nunca. El formato festivalero las hace más grandes sin cabe. Agoraphobia hicieron magia, esta vez sobre un escenario grande como lo era el Ron Contrabando, ante un público que si bien se quedó estupefacto e inmóvil de primeras, acabó disfrutando a lo grande de ellas. Pocas veces habrá visto la Alameda a un quinteto tan bueno, tan conjuntado y con tanta fuerza. Mal que les pese a muchos y a muchas, son las putas amas del rock patrio y lo van a seguir siendo hasta que quieran. Lo que se avecina tras Ready to Play va a ser épico.

Tras el show / shock agoraphóbico fui a cerrar mi gran noche con Baywaves. La banda afincada en Madrid puso el broche psicodélico a un primer día de locos, en el que gocé como un niño al son de ‘Time Is Passing U By’, qué temazo gente, qué temazo. A falta de saber cómo evolucionan, Baywaves se han convertido por derecho propio en una de las mayores esperanzas para el género ácido con canciones siempre sólidas y bien rematadas por el single anteriormente citado. Bueno, en realidad no cerraron mi gran noche, porque mi pulsera Cheeta se hizo más inteligente –debe ser por las cervezas que le cayeron encima- y acabé entrando en los conciertos de la noche. Quizás la organización minusvaloró mi petición… Eso o tengo tanto ego como suerte por acabar entrando a lugares inaccesibles para un medio digital de mierda. Lo cierto es que los conciertos de Holy Bouncer y Trajano! Valieron la pena. Quizá fuese el encanto de lo prohibido, pero yo diría que es que son muy buenos.

Apartamentos Acapulco actuando en Monkey Week.

El sábado amanecí sabiendo que pese a que mi acreditación fuese la más baja de las posibles, iba a poder entrando en más salas y espacios. A las doce de la mañana ya estaba montando guardia en el Escenario Arnette para disfrutar de la curiosa propuesta de Alien Tango. El cuarteto bebe de múltiples fuentes, lo mezclan, lo regurgitan y después lo echan sin contemplaciones. Llega un momento en el que uno no sabe si hacen psicodelia o si la psicodelia los hizo a ellos, y eso, a mediodía, es un gustazo. Actitud y desvergüenza a partes iguales.

Después de dedicarle la mañana a la zona profesional fui a ver a Pavvla, una artista que no había caído en mis playlists pero cuyo directo vale la pena disfrutar. Pavvla lo hacen muy íntimo y muy bonito. Su versión de ‘Do I Wanna Now?’ es la mejor que haya escuchado nunca. Tras hacer la ruta Pumajero – Torneo con suma tranquilidad entré a un sitio aún más tranquilo. El Escenario Fundación SGAE no parecía el sitio para Agoraphobia, pero quizás espoleadas por el éxito de la primera actuación en Sevilla, las gallegas defendieron mejor que bien la plaza. El espacio solo daba la opción de ver el concierto sentado o si acaso de pie bailando como una palmera. Cualquiera de las dos opciones eran erróneas dado el sonido del grupo, aunque peor hubiese sido estar bocabajo, ¿no? El showcase me sirvió para desmadejar un poquito más el sonido, para ver quién era quién en cada línea de guitarra, para gozar del bajo, para ver cómo Susana se acercaba como si aquello fuese una peli en 3D y para llevarme una baqueta a casa. Al final descubrí que suenan igual de bien esté yo sentado o saltando, pero por favor, nada de sillas nunca más.

El sábado tenía un plato fuerte para mí. Eran los Cala Vento, una banda a la que venimos engrandeciendo en esta web y a la que nunca había podido ver. Su propuesta me gustaba desde Spotify, pero la prueba del directo es clave. Tuve que soportar a una compañera de Colectivo de Raro Propósito dándome el coñazo con que le recordaban a Nueva Vulcano, pero yo no diría tanto… El dúo catalán me dejó con el culo torcido. Reconozco que aún no he descubierto cuál es su fórmula al cien por cien (Nueva Vulcano no, gracias), pero podría decir que mezclan de lujo lo comercial con lo antes conocido como alternativo. Sí que sé que su música es tan atractiva que no tardarán mucho en estar por todas partes. Esa disonancia que tienen en la mezcla de las melodías con las voces acabará calando muy hondo en la escena pop rock patria.

Sin tiempo para asimilar el bolo con pogos de Cala Vento acudí a la Caja Negra a ver a Apartamentos Acapulco. Tras hacer cola para entrar junto a Jota (le miré a los ojos y a aquellas horas su mirada tampoco se entendía) entré en una sala minúscula en la que hacía calor y en la que tenía que estar en la pasarela de entrada. El noise de Apartamentos Acapulco hizo estragos en semejante caja de zapatos, haciendo vibrar cada centímetro de la estructura, imponiendo una atmósfera densa a la vez que placentera. Comprar su último EP ha sido todo un acierto, estos tíos y tía acabarán en el Primavera Sound haciendo gozar a multitudes. Esa mezcla de noise, shoegaze, dream pop tienen algo de magia, sin ese componente sobrenatural no se pueden explicar las consecuencias de  ‘Scarlett’, ‘Nuestro Motor’ o ‘Y Si Todo Cambia’.

Otro paseo más y ya estaba en Fuckaine. El dúo madrileño ha crecido mucho desde que los vi en Proyecto Waikiki. Aunque la Sala Holiday no tuviese el mejor sonido del mundo (Cala Vento tuvieron algún problema previo al concierto), Fuckaine sonó de miedo. Los de Industrias Bala (qué nombre más adecuado) sacaron todo su arsenal y me contagiaron hasta el tuétano. Tras sentirme muy fuera de lugar con Cecilio G, corrí hacia los brazos de Gentemayor, unos paisanos que hacen ruido del bueno. El horario acompañaba (ya era de noche), pero una vez más la elección de escenario no fue la mejor, y los gaditanos no conectaron con el público tan bien como suelen hacer.

Parecía que Monkey Week había acabado para mí, pero Cheeta, tras hacer un esfuerzo mayúsculo se tornó morada y acabé teniendo acceso al concierto de Perro. Nunca había visto a los murcianos en directo y aluciné con ellos. Los de Miel de Moscas son un pelotazo en los morros. La Sala X retumbó con sus baterías y las hostias que nos dimos entre todos, que fueron constantes desde el primer acorde. Sin lugar a dudas una de mis grandes recomendaciones tras este Monkey Week es la de ver a Perro en directo, aguantando hasta el final, cuando tocan una canción llamada ‘Marlotina hijos de puta’ –eso coreaba el público al menos- que si fuese de un grupo cool de Malasaña estaría sonando hasta en el programa de Bertín Osborne. Más Perro y menos ducharse todos los días, que después cortan el agua.

Mi segunda gran noche acabó con más pogos en la fiesta de Miel de Moscas por culpa de Futuro Terror y de otro gran descubrimiento, los It It Anita. Los belgas hacen noise rock de los 90 pasado de revoluciones. Y pasarse de revoluciones a ciertas horas siempre es un placer.

Cheeta posando junto a una Estrella Galicia.

El domingo cerró Monkey Week con actuaciones gratuitas –más gratuitas que mi pulsera Cheeta- entre las que destacaron Beggar’s House y El Imperio del Perro. Ambas bandas jugaban en casa (los Beggar’s a un Cercanías de distancia) y se notó. La Malandar disfrutó con ellos cerrando un gran Monkey Week.

¿Y el cambio del Puerto a Sevilla qué? Pues apenas se ha notado, de hecho yo solo lo he notado en el hecho de haber recibido una acreditación peor que los años anteriores. Bueno, profundizando un poco más, se ha notado en eso y en el pequeño desorden de una zona profesional que ha de ajustar mejor los espacios para alcanzar el mercado que se montaba en las bodegas. El tener puestos arriba en un espacio similar a un pasillo de Ikea (jeje) y abajo deslució uno de los puntos fuertes del festival. El contrapunto que equilibra y hace que esta edición haya sido incluso mejor, es el de las salas. Sevilla es una ciudad mucho mejor preparada que El Puerto de Santa María, con salas pequeñas pero acostumbradas a acoger conciertos todo el año.

Monkey Week 2016 puede presumir un año más de haber sido la meca de la música (y del postureo) y de apenas haber echado de menos El Puerto de Santa María. Si el año que viene ajustan los pocos errores que han cometido en esta edición solo cabrá decir: ¡larga vida a Monkey Week!

 

PD: ver a Paco Loco desnudo no mola nada.

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