Como en el caso de Tomorrow, la mayoría de creaciones psicodélicas de los 60 y 70, han pasado injustamente al olvido. Para que lo bueno de la historia se repita, es necesario conocer esas obras y beber de ellas. Que el renombre del género no te engañe, pocas son las obras que han sobrevivido al paso del tiempo.


Hagamos un pequeño ejercicio mental. Eliminemos por un momento de nuestra mente a grupos como Pink Floyd, The Beatles, The Soft Machine, The Rolling Stones, The Doors, Jefferson Airplane, Grateful Dead y The Beach Boys. Todas ellas pasaron por algún momento ácido en su historia, algunas incluso estuvieron sumergidas en él durante toda su trayectoria, sin embargo, es perfectamente posible escuchar psicodelia de calidad sin acudir a su música. Entre 1960 y 1970 surgieron centenares de bandas cuya obra ha sido maltratada por nuestra corta memoria. No tengo por misión hacer justicia, aunque sí quiero sacar a la luz a grupos y artistas que considero que ahora están hoy injustamente valorados. Esto no implica que los considere mejores que a los anteriormente citados -como si hubiera un disco de psicodelia mejor que The Piper at the Gates of Dawn– pero sí que los incluyo como piezas importantes para reconstruir el mapa sonoro de aquellos días, y por consiguiente, de los actuales.

Tomorrow fue una de esas bandas. Su álbum homónimo es actualmente una reliquia sepultada por el polvo, y no porque a Tomorrow les faltara empaque sonoro o actuaciones en escenarios de renombre. De hecho, si decimos que su guitarrista era Steve Howe, posteriormente vital en los mejores Yes, termina de quedar claro que no fueron un grupo de aficionados. Por si fuera poco, en aquellos años, se subieron a las tablas junto a The Soft Machine, Pink Floyd, The Who, The Pretty Things o Cat Stevens, una prueba más del nivel que atesoraban. Tomorrow fueron una de las grandes bandas de la escena underground británica junto a las anteriormente citadas The Soft Machine y Pink Floyd. Las tres se repartieron las noches de gloria del legendario UFO Club londinense en 1967. La agrupación formada por Keith West, Steve Howe, John “Junior” Wood, y John “Twink” Alder, practicó un estilo que además se diferenció del que tenían estas. Sus desarrollos instrumentales eran más concisos. No buscaron sumergir al oyente en pasajes sonoros infinitos, sino que tiraron por la vertiente más pop de la psicodelia. Rica en matices, ni mucho menos convencional, pero en términos contemporáneos, más comercial. El camino que siguieron, apenas fue explorado por sus compañeros de aventuras en la noche de las Islas. Solo Syd Barrett, tanto con Pink Floyd como en solitario, se aproximó con acierto a ese concepto apto para todos los oídos.

Sin embargo, no sería justo catalogarlos con la simple etiqueta de pop psicodélico. Tomorrow fue un álbum ecléctico que bebió de numerosas fuentes. En aquellos días, todo el mundo quería hacer su Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, y los londinenses, editados por Parlophone, buscaron la gloria en la que a la postre sería su única bala. El disco oscila entre el sonido típicamente ácido de la época -y cuyo máximo exponente acabó siendo Pink Floyd- de ‘My White Bicycle’; y el tono juguetón de ‘Shy Boy’. Pasando por el rock duro de su versión del ‘Strawberry Fields Forever’ de The Beatles, y de ‘Revolution’ (este sí es un tema propio, no confundir con el de los de Liverpool); el rock de guitarras de ‘Now Your Time Has Come’; el genial uso del sítar en ‘Real Life Permanent Dream’; o el sorprendente folk británico de ‘Three Jolly Little Dwarfs’. También encontramos en Tomorrow canciones como ‘Auntie Mary’s Dress Shop’, que bebe a partes iguales del ‘Penny Lane’ de The Beatles, y del ‘Dedicated Follower of Fashion’ de The Kinks. Y por supuesto, ‘Hallucinations’, corte que cierra el álbum, y que no tiene nada que envidiarle a cualquier composición de Cream. Si tuviera que mojarme -lo estoy haciendo- y escoger los temas más destacados, me quedaría con este último, y con el primero, ‘My White Bicycle’. Dos canciones que tienen que estar en cualquier lista de grandes éxitos de 1968, con memoria histórica o sin ella. En puridad, y con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, este Tomorrow es superior al A Saucerful of Secrets de Pink Floyd, y resulta más accesible que The Soft Machine, álbumes que vieron la luz en el 68.

La calidad de su obra no les sirvió para mantenerse unidos, y la relación que se inició en marzo de 1967, finalizó trece meses después, en abril de 1968. Eso sí, entre medias dejaron un pa tener en cuenta para siempre, y un puñado de conciertos legendarios. En el “¿qué fue de ellos?” habría que escribir que además del guitarrista Steve Howe con Yes, el resto continuaron unidos con más o menos suerte al mundillo. Keith West alcanzó el éxito con ‘Excerpt from a Teenage Opera’, y poco más; el batería John “Twink” Alder, se unió a The Pretty Things para después fundar Pink Fairies, siendo el más prolífico; y el bajista John “Junior” Wood salió del radar tras su paso por The Aquarian Age junto al propio Twink.

¿Una banda más de la década prodigiosa? Sí, y sería justo conservar también ese adjetivo para Tomorrow. Diez años no son prodigiosos si sus protagonistas no lo son. Aunque el cuarteto solo pudo aportar once canciones en un único disco, este le dio lustre a la escena sesentera, y empaque a la psicodelia como género.

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