La melena de Jeff McDonald me bautizó: crónica de Red Kross en la Sala Sol (Madrid)

La madrileña Sala Sol es uno de lo pequeños placeres para el melómano: ambiente recogido, (por lo general) buen sonido, y, sobre todo, acceso a pie de escenario del artista o grupo en cuestión, un plus si quien se sube al escenario sabe aprovecharlo y utilizar las características de la sala para convertirla en una explosión contenida de emoción musical y espectáculo que puedes tocar si tan solo estiras unos centímetros la mano (y que nadie hace, porque los asiduos a dicha Sala son tan amantes de la música como del respeto). Y eso fue lo que hicieron Redd Kross.

Hay que tener la autoconfianza del tamaño inversamente proporcional al de la Sala en cuestión para salir al escena con una camiseta de tu propio grupo (Steve McDonald en un momento dado explicó su atuendo de “autogroupie” con una declaración de amor hacia Red Kross -¿se podría considerar esto onanismo?…ahí queda la duda-) o con unos pantalones naranjas y una camiseta con más estampados y colorines que una clase de preescolar (porque Jeff McDonald lo vale) y empapar (de hecho, hablo de forma literal y con conocimiento de causa….y efecto….pues sufrí un ataque húmedo como consecuencia de que Jeff sacudiera con vehemencia su melena llena de sudor, a veces la fotografía es dura…) de rock la sala madrileña.

Era la segunda fecha que había dispuesto para tocar en Madrid (dentro de su gira por España) ya que habían agotado las entradas para la primera fecha en un tiempo récord, y en vez de cambiar de sala decidieron mantener el ambiente íntimo. Con dos fechas se resarcían así de la última visita frustrada a Madrid en el Matadero, poco tiempo después de la tragedia del Madrid Arena, lo que provocó la bajada de aforo de casi mil personas a tan solo ciento cincuenta. Se despedían en la capital de la gira que les ha llevado por los escenarios promocionando su último disco “Researching the blues”.

Pocas bandas con más de treinta años de experiencia son capaces de introducir en sus conciertos canciones nuevas y que sean tan jaleadas por sus seguidores como los grandes clásicos. Ellos lo consiguen. Así, sonaron Linda Blair, de su disco Born Innocent o la ya mítica Annie’s gone de Third Eye. Es de agradecer, desde el punto de vista melómano, la energía que destilan en cada tema y en cada nota, y, desde el punto de vista fotográfico, la concepción de puesta en escena que tienen, con movimientos estrambóticos, gestos, interacciones con el público, todo sin ser excesivamente histriónicos ni pretenciosos: Steve haciendo un solo de baile mientras el resto del grupo toca, Jeff entrando en éxtasis con una pandereta, todo el grupo montando un teatrillo improvisado…

En definitiva, hora y media inolvidable que nos hizo olvidar a los asistentes el diluvio que azotaba a la capital, con el cual nos volvimos a encontrar como un jarro de agua fría, nunca mejor dicho, al salir de ese éxtasis de buena música.

Más fotos aquí.

Texto y fotos: Aída Cordero

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