Grupos como Kaviar Special hacen de la escena de Rennes debe ser una de las más interesantes de Francia. La aparición de The Madcaps fue una sorpresa muy positiva para la música de corte sesentero y setentero. Ahora estos paisanos suyos son los que emergen de nuevo. Lo hacen desde el mismo sello, el parisino Howlin Banana Records, que parece tener el monopolio de la pesca en aguas bretonas.


#2 es el nuevo álbum de Kaviar Special, y como indica su nombre, es el segundo tras un debut homónimo. Entre sus influencias podemos encontrar grunge además de root rock, garage, psicodelia, surf, pop y rock and roll. De hecho, ‘Starving’ abre el disco con ecos más propios de Seattle que de Rennes, aunque si de algo pueden presumir Kaviar Special son de (buenas) influencias. El trabajo a las guitarras es excelente a lo largo de todo el LP, un hecho que los ha puesto en el radar más allá de su tierra natal. El cuarteto, demuestra también un buen manejo de la psicodelia con componentes espaciales.

Highway’ es la mejor demostración de de ello, con un uso magnífico del fuzz, que estalla en el estribillo. No se quedan aquí, porque el manejo de las voces es otra de sus fortalezas. Al reverb se le suman unos coros perfectamente ejecutados, que amplifican el efecto de eco. Pocas canciones más sobresalientes que ‘Highway’ saldrán este año dentro del género lisérgico, porque a lo ya citado anteriormente, se le suma una melodía repetitiva y hechizante que termina por componer un verdadero espectáculo sonoro. El lado gamberro de Kaviar Special resulta notable, y canciones como ‘I Wouldn’t You With A Stick’ que navega entre el apasionante mundo del garage y del punk, llaman la atención desde el título. Un riff sencillo, una batería atronadora, un bajo de perfil redundante, unas voces lo fi y corte casi completado. Pero no, porque la canción se complica a mitad del camino con un pasaje instrumental que deleitará a los más escépticos. En #2 también se atreven con tempos más bajos, con revoluciones inferiores. Es el caso de ‘Night Shift’, canción muy popera en su núcleo, que queda engalanada con mantos de fuzz y overdrive. Para ‘Mad’ se sumergen en el root rock (nota: no confundir con el garage aunque sean familia). En ‘Mad’ es posible quemar suela sin necesidad de renunciar a una estructura compleja, ni a progresiones cercanas al blues. Este manejo del rock primitivo se percibe aún mejor en ‘Come On’, uno de los cortes más limpios del álbum y con más gancho. El fuzz tiene otro momento álgido en ‘Now I Know’, composición que firmaría -cómo no- el mismísimo Ty Segall. El solo de guitarra es un verdadero monumento, mientras que el acompañamiento rítmico es el que carga con toda la distorsión. Para ‘Yolove’ (así se le llama al amor hacia los yogures helados) bajan otra vez el ritmo hasta alcanzar cotas mínimas. Kaviar Special se han puesto tiernos, y ciertamente, tampoco se les da mal. Cierra #2Drowned In Doubts’ a las mil maravillas. ‘Drowned In Doubts’ nunca acaba por explotar, concediéndole la virtud del misterio. Virtud que pondrá de los nervios a algunos, pero que nos atrapará a otros. Para el final encima se permiten un bonito solo de bajo para que la relajación sea absoluta.

Como grupo, Kaviar Special ha logrado demostrar que en la Europa continental también sabemos de qué va el mundillo del rock; desde sus comienzos en los años 50, hasta las últimas innovaciones (?). Resulta ilusionante escuchar un álbum como #2, que maneja tantas referencias de tantos géneros hermanos, que acaban confluyendo en un trabajo bien elaborado, en el que nada parece fuera de sitio gracias al buen uso de la distorsión, que todas las piezas entre sí. Estamos ante un disco de esos que te permite soñar y sudar: un pildorazo en toda regla.

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