El Festival Internacional de Benicássim, FIB, comienza con un jueves que destaca por tener uno de los cabezas de cartel más potentes en mucho tiempo: Florence + The Machine. Destacaron también Clean Bandit, L. A. o Crystal Fighters.
Fotografías: Diego Garnés (El Backstage)
Un año más vuelve el Festival Internacional de Benicàssim, FIB, una nueva cita (la vigésimo primera) a cargo del respetado promotor británico Melvin Benn que, tras tomar las riendas en 2014, ha llevado esta edición de principio a fin. Esto ha supuesto un soplo de aire fresco para el festival colocándolo en una posición de estabilidad económica, la inclusión de nuevos espacios (South Beach y Trenchtown), el aumento de un casi 25% de las ventas de abonos en España y la apuesta por nuevos estilos y bandas, es decir, un punto de inflexión que muchos han bautizado como “Melvinismo”.
Otra de las novedades fue la hora de comienzo, este año se empezaba una hora más tarde, algo que muchos asistentes agradecerían pasando menos tiempo al sol. Además, el escenario Maravillas pasaba a llamarse Las Palmas el ya conocido escenario FIBCLUB se convirtió en un autobús patrocinado por la marca de bebida energética, algo que fue muy criticado por los asistentes pero que, a pesar de todo, estuvo a la altura en cuanto a sonido.
El jueves comenzó con el característico calor de Benicàssim en julio, con el post-punk de Trajano! en el escenario principal y el contundente rock de Mox Nox con toques de shoegaze, letras en valenciano y unas distorsiones que podrían recordar a los mismísimos My Bloody Valentine.
Más tarde la primera banda británica hacía su aparición, y era una de esas bandas que hemos visto crecer en el FIB. Swim Deep volvieron a Benicàssim tras su debut en 2013 con nuevo disco bajo el brazo. Es una banda que a primera escucha suena a dream-pop con sintetizadores característicos de finales de los 80, vamos, lo que se destila últimamente. Tras actuar de noche pasaron a tocar en el grande delante de menos público debido a la hora, pero no por ello fue para menos, presentaron temas de su segundo álbum con un directo que ha ido cambiando desde sus inicios, llegando al single “King City” en la recta final donde se apreció un cambio en el ritmo de la canción, más rápido.
La banda de Luis Alberto, L.A., salió con algo más de público y acompañada de Russian Red (Lourdes Hernández) a los coros y a la guitarra. No era de extrañar, ya se sabía que la madrileña colaboró con los mallorquines en la grabación de su último disco, From the city to the ocean side (2015), cuya portada aparecía en el escenario, sinónimo de la larga trayectoria de la banda con esa carretera. Fueron los temas de sus trabajos anteriores los que, junto a la entrega de los chicos, movieron a los allí presentes.
Electrónica, violín y violonchelo, Clean Bandit hacen música pensada especialmente para el baile, una base y colaboraciones, puede que su éxito resida ahí. Cabe destacar que por momentos el violín no se percibía, una pieza fundamental en las canciones, pero algo que seguramente a mucha gente le traería sin cuidado mientras iban a lo suyo.
Volvemos al autobús para escuchar una de las apuestas del festival, britpop procedente de Australia (curioso, ¿verdad?), DMA’s son cinco chicos que no han inventado nada y que, al mismo tiempo, te sacan una sonrisa mientras te recuerdan a los Stone Roses u Oasis. Con su actitud y su enérgico single “Laced” nos hicieron olvidar por un momento lo del autobús, quién sabe si en un futuro despegan como otras muchas bandas que han debutado en el FIB.
Crystal Fighters son un seguro de vida para los festivales, no aportan mucho musicalmente, pero dan lo que los jóvenes demandan, la fiesta. Sus temas de electrónica con instrumentos característicos del folclore es todo lo que necesitan para mover a las masas, acompañándolas de vestimentas y decorados que inspiran naturaleza junto a un espectáculo de balones hinchables. Muchas veces he pensado sobre este grupo “menos mal que la voz del cantante se apoya en la de las coristas, si no sus conciertos serían infumables”.
Llegados a este punto sólo faltaba el plato fuerte de la noche, un grupo que no solía ser de unas magnitudes tan grandes el primer día del festival “¿Querían cabeza de cartel para el jueves? Pues lo van a tener”. Florence + The Machine, el grupo que encabezó el Glastonbury tras la baja de Foo Fighters hacía su aparición el jueves.
Desde bien temprano ya se veían personas agarradas a la valla con coronas de flores en la cabeza, y seguro que hicieron bien. Una preciosa puesta en escena con un telón de lentejuelas brillantes y una cuidada iluminación que realzaban los colores de la cantante engancharon desde el primer minuto al público.
La diva venía para presentar su nuevo trabajo How Big, How Blue, How Beautiful (2015), un álbum más potente que sus anteriores que demostró corriendo de aquí para allá manteniendo su hermosa voz. La combinación de sus clásicos más íntimos y místicos junto a singles como “What Kind Of Man” hizo que encarrilara un concierto difícil de olvidar, nos lo debía tras su cancelación en 2012. Florence Welch puso la guinda a la noche coronándose, literalmente, al bajar al foso con su público.