Como colofón del 2013, El Ukelele estuvo de (semi) incógnito en el concierto que Jack Knife dieron en la sala Charada (sí, como la película de la Audrey) allá por diciembre. Disculpándome previamente por esta tardanza en la crónica, alegaré en mi favor que junto con el ingente colocón de dulces navideños, las buenas vibraciones que me transmitieron en el directo paralizaron las pocas neuronas útiles que en el cerebelo permanecen.

Con ciertos minutos de retraso aparecí por el Charada, céntrico club conocido en la noche madrileña por sus sesiones electrónicas, con ganas de escuchar in person a uno de los grupos revelación de la pasada temporada. Como una disfruta de amistades melómanas, mis chivatos ya me habían informado previamente y llegaba con los deberes hechos. Tras la bajada por las escaleras de rigor, descubriendo el mundo que un telón digno de Twin Peaks me ofrecía, aparecí en medio del concierto. Las luces rojas que alumbraban la sala mandaban un mensaje equivocado: lejos de ser una prohibición, era necesario hacerse hueco entre los polos, las camisas y los castellanos de los pozuelanos que prácticamente llenaban la sala para camuflarse entre el público (si no se vendió todo, cerca estuvo de colgar el sold out). ¿Y por dónde empiezo? Sin pararme a hacer una simple recopilación de todos los temas que pasaron por las manos de Jack Knife, las sensaciones siempre permanecerán por encima de los juegos memorísticos, esos juegos que tristemente se olvidan con más facilidad de la que quisiéramos. El cuarteto, apoyado por amig@s y groupies, se mostró encantado de haberse conocido desde el principio y, lo que es mejor, se notaba que se sentían como en casa. Madrileños ellos, su comodidad sobre el escenario hacía que además de estar como Pedro por su casa, demostraran cierta chulería (madrileña), haciéndose los interesantes a la hora de volver al escenario y ligando sucintamente con alguna de las parroquianas presentes. El concierto fue breve, lógico teniendo en cuenta el material publicado. Pese a ello, las conclusiones son visibles: influencias pop, rock y anglo y una divina juventud que deja entrever un futuro muy optimista. Cada uno de los temas presentes en el concierto están dotados de ciertas similitudes a otros canciones y formaciones. Ojo, similitudes. Un aire. Toques. Plagios ni por asomo. Inevitablemente, tanto sus letras como sus melodías recuerdan a grupos como The Kooks, los primeros Arctic Monkeys, Dirty Pretty Things, Ra Ra Riot o Telekinesis, por poner solo algunos ejemplos. Jack Knife demostraron en el Charada que no hace falta ser de Orange County o Sheffield para crear temas de aire british californiano. Pop rock melódico con estribillos muy pegadizos con los que te sorprenderás moviendo tímidamente la planta del pie (a servidora le pasó en medio del concierto). Estas remembranzas a otros grupos no tienen porqué echar para atrás a aquellos que quieran acercarse a Jack Knife puesto que temas y bises como Let me go, Destiny’s Calling o Revelation dejaron claro a todos los que estábamos presentes que beber de tus influencias se puede hacer de dos maneras: como una chapuza o como lo hacen Jack Knife. ¿Qué todo está inventado? Pues sí. Pero, quizás, precisamente por ello, las intenciones de este grupo madrileño pasan el baremo de la moda pasajera y se convierten en una apuesta segura de futuro. Y así se manifestaron en esta ya lejana velada de diciembre.

Probablemente, esta crónica haya sido menos crónica de lo que quisiera. Pero no hay mal que por bien no venga. Reivindicar el producto patrio cantado en inglés parece que ya no está mirado con desdén por los puristas nacionales. Jack Knife así lo demuestra. Desde aquí, mi enhorabuena tanto por este concierto como por haber conseguido el mínimo para grabar disco de larga duración vía crowdfunding. Bendito crowdfunding. Ya han vuelto a subirse por los escenarios. Yo si fuera vosotros, buscaría cuando actúan en mi ciudad y derechita que me iba.

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