Con su primer disco en tres años, Godflesh se las arregla para reinventarse reconstruyendo sus múltiples facetas.
Justin Broadick y G. C. Green han mantenido a Godflesh como un proyecto semiconstante durante las últimas 3 décadas. Cuando comenzaron a finales de los ochenta la idea de intensidad y potencia estaba inscrita en contextos musicales y culturales muy distintos a los de nuestra época. Tocar fuerte aún significaba algo. En lo sonoro representaba una búsqueda estilística que estaba íntimamente ligada a lo técnico: para poder sonar fuerte era necesario lograr un estado adecuado con los equipos disponibles y la amplificación accesible.
Godflesh tomo forma en un contexto en el que convivían proyectos como Napalm Death, Carcass o Heresy asociados el sello Earache Records; no obstante, lo que los separo de los demás fue su temprano interés en la electrónica, el noise, el dub o el ambient. Estas influencias les han permitido no caer en la repetición banal de lo extremo explorando constantemente nuevas vertientes del sonido.
Posiblemente esa sea una de las razones por las cuales su nuevo disco, Post self, resulta tan necesario en un año como este. En su octavo trabajo (y el primero en tres años) Godflesh mezcla las diferentes personalidades que han ido construyendo durante toda su carrera; tracks como “Post self” o “Parasite” están basadas en riffs pesados propios de sus primeros años, mientras que “Be God” o “No Body” optan por bases electrónicas que trazan líneas a proyectos como Techno Animal o JK Flesh, que Broadick ha encarado durante los últimos años. Si bien el efecto se presenta muy bien durante todo el disco el dúo también sabe borrar las líneas; las personalidades presentes saben mezclarse unas con otras a un nivel casi parasitario logrando que el resultado final sorprenda por su capacidad mutante y no solo por su versatilidad. Los bonus tracks remarcan ese carácter: las canciones pueden convertirse en remixes de dub o electrónica sin por eso perder su fuego original.
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Según Broadick, Post self fue hecho lenta y silenciosamente durante los últimos años buscando ofrecer una visión global de Godflesh, es importante notar que ambos músicos han llegado a un estado en el que pueden vivir sin imponerse compromisos, cada trabajo surge de manera natural y sin imposiciones. Aunque Godflesh ha lanzado solamente tres discos durante las dos últimas décadas su presencia en el panorama musical es irrefutable, al contrario de muchos de sus contemporáneos que terminaron cerrándose a un género basado en lo extremo, Broadick y Green se han permitido explorar miles de maneras de lograr esa intensidad sonora.