La pelirroja cantante londinense y su banda presentaron el pasado 17 de abril en el Palacio Vistalegre de Madrid su tercer álbum en estudio titulado How Big, How Blue, How Beautiful.


Texto: Javier Lorbada

Como viene siendo tristemente habitual, de nuevo se repitieron las enormes colas para poder entrar al Palacio Vistalegre, que para el que no haya estado nunca, no tiene el menor parecido con lo que viene siendo un palacio de toda la vida… Esto provocó que, cuando Florence y su banda empezó el concierto 15 minutos tarde, todavía había mucha gente intentando avanzar en esa cola infinita. Hasta la propia Florence Welch estaba sorprendida de semejante éxito en Madrid, con la plaza de toros completamente llena, y comentando cómo era posible haber pasado en tan poco tiempo de tocar en el Razzmatazz a actuar delante de más de 11.000 personas.

Florence salta corriendo al escenario descalza, y se agradece, porque con lo alta que es, si llevara tacones le sacaría una cabeza a todos sus músicos. Cubierta por un vestido completamente transparente de Gucci con un loro estampado en el pecho, el efecto con las luces es el mismo que ir en bragas y sujetador. Ella no para, es el centro absoluto del concierto, todo gira en torno a ella y a su impresionante y maravillosa voz. No hay audiovisuales que te distraigan, que te hagan apartar lo ojos de su figura. Al fondo, el único efecto es un tintineante telón de papel de aluminio, que con unos ventiladores y las luces adecuadas, le da el ritmo justo a una escenografía tan teatral que a veces te hace dudar de si estás viendo a la ninfa de la música independiente británica o la representante de Latvia en Eurovisión.

En un momento dado, vuelve a echar a correr por el lateral del coso protegida por dos agentes de seguridad y se sube a la plataforma de los minusválidos, donde acaba el tema ante la locura colectiva de todo el foso. Le acompaña la banda habitual de esta gira, seis músicos, arpa incluida, y cinco coristas, tres de ellas también haciendo de sección de viento, que cumplen con contundencia y eficacia su papel en la sombra.

En el escenario ella se siente cómoda, dominando siempre la situación. Es simpática e intenta decir algunas palabras en español, animándonos a celebrar entre nosotros el Día Internacional del Beso. El público la adora y le tira de todo al escenario, desde una bandera gay que ella recoge para cantarse orgullosa ‘Spectrum (Say My Name)’ con ella en la mano, hasta un enorme bocadillo de jamón serrano, que recoge perpleja entre risas. Y es que en España siempre hemos tenido claro que en Inglaterra se come fatal…

Llega el final del concierto con los mejores temas de su repertorio ante el éxtasis de sus seguidores. Ella está feliz, contenta, satisfecha y lanza un “Gracias Madrid, te amo”, que derrite al más irascible de sus detractores, si es que allí había alguno…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *