Podría escribir hojas y hojas contando lo que vivimos este viernes en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza.
Y es que muchas son las cosas que se han dicho de este grupo nacional, por casi todos conocido; y muchas también, las crónicas que se pueden leer sobre sus conciertos.
Pero pese a todo, Love of Lesbian no pierde frescura ni en su segundo día en la capital aragonesa, ni aunque sea su segunda gira por el panorama patrio con su último trabajo La noche eterna; ni mucho menos con el paso de los años.
Salieron a escena algo pasadas las diez y nos prometieron dos horas y media de espectáculo que cumplieron con creces.
Con el primer acorde de La noche eterna comenzaron a descubrirnos poco a poco un setlist que mezclaba canciones de su último trabajo con grandes perlas cultivadas de sus otros anteriores. Engancharon desde el principio tanto a los nuevos fieles como a los ya repetidores que completaron el aforo de la sala.
Le siguieron El hambre invisible, Los seres únicos y Noches reversibles sonando magníficamente antes de que llegara la primera anécdota de la noche: y es que introdujeron uno de los cambios en el repertorio con respecto al día anterior cantando Niña Imantada gracias a una petición.
Quizá sea una osadía definir a Santi Balmes como ese frontman comunicativo nacido para estar encima de un escenario. La razón es que sabe como nadie empatizar con el público: recibe su energía, la multiplica y la devuelve unas veces en forma de palabras y letras espontáneas y evocadoras; y otras, en forma de sentimientos hechos canción.
Presentó 1999 como un año muy importante y fue un punto de inflexión en la noche aplaudido y cantado por todos que introdujo el segundo de los bloques con Belice, Me llaman octubre, Allí donde solíamos gritar, Las malas lenguas, Nadie por las calles e Incendios en la nieve.
Entre ellas agradecieron el trato de la gente, bebieron, bailaron, se acordaron de Burgos su próxima parada y de Sergio Vinadé de Tachenko y por un momento se encendió en los ojos de los presentes la ilusión de una posible colaboración, reivindicaron la asignatura de música, e incluso hablaron de otro tipo de reivindicaciones, pero eso se lo perdonamos.
La gente disfrutó, se implicó, se acaloró, bailó con ellos, cantó y, con la última del bloque, LOL se despidió del escenario por primera vez dejándonos a todos con ganas de más y como si no quisiéramos que acabase el tema en vez de pedir “otra” la gente siguió coreándolo “como si tuviera un primo que se llama Lolo y que quiere mucho”.
El tercero de los bloques nos condujo al éxtasis.
Se despojaron de sus capas y repostaron para empezar con el anuncio de un cercano videoclip de Pizzigatos, continuaron con Si tú me dices Ben, yo digo Affleck, seguida de la más esperada John Boy, volvieron a las reivindicaciones pero esta vez de la música sin etiqueta versionando e introduciendo Me amo, después su fantástica Los toros en la wii y Algunas Plantas. Fue una fiesta en toda regla con disfraces, cuernos, gorros, streep LOL, baño de multitudes, etc.
A partir de aquí, bajaron las revoluciones para la verdadera despedida. Domingo Astromántico dio lugar a un momento verdaderamente emotivo en el que los presentes no pudieron esperar a que acabara la canción para aplaudir. Pudimos ver las caras emocionadas de alguno de los componentes del grupo y eso nos hace tener una idea de lo grandes que son, de cuánto aman su profesión y de cuánto disfrutan encima de un escenario.
La última fue Oniria e Insomnia un broche que puso el punto final a una noche inolvidable. Como ellos mismos dijeron quizá nos les volvamos a ver por la capital aragonesa hasta el 2016, pero Zaragoza con su paseo “marítimo-fluvial” les estará esperando con los brazos abiertos.
¡Y siempre nos quedarán los festivales veraniegos!