False Heads son una de las bandas más prometedoras de Reino Unido. Los del este de Londres combinan con destreza la fuerza del punk y desarrollos más complejos.


Todos tenemos asociadas las etiquetas musicales a sonidos concretos, un ejercicio peligroso que en ocasiones nos lleva a desdeñar buena música por no encajar con nuestra idea preestablecida. Algo así puede ocurrir con la hasta ahora breve obra de False Heads, que si bien se encuadra dentro del sonido punk, también bebe de otras fuentes que la enriquecen. Dice la banda que para ellos el punk es “una explosión de ideas que aparece de forma inesperada. Es también una forma de no decir qué hacer o qué sentir”. Y ante la pregunta de si el punk es un género musical o un símbolo distintivo tampoco se achantan: “es una mezcla de ambos, pero supongo que definitivamente es más un símbolo distintivo (…) Para mí es más de una libertad de ser inflexible en lo que estamos tratando”.

Para False Heads el punk es más una actitud que un sonido, sin descartar mucho menos lo segundo. Por ello no es extraño leer algunas de las influencias que maneja la banda que van desde Eminem a Elliott Smith pasando por Nirvana y Radiohead. Del rapero de Detroit toman la rebeldía; de la banda de Aberdeen con lo que supuso Nevermind; mientras que el grupo de Thom Yorke y cantautor estadounidense han dejado su poso en los False Heads en cuanto a la forma de componer canciones. Casi nada en la coctelera. Esta potente y extraña mezcla se ha traducido en un sonido tan duro como sincero, aunque sin rehuir atmósferas densas. Cuando te pones al aparato sabes a lo que te expones sí, pero que no te extrañe verte sorprendido por algún giro sonoro. La duración de sus temas -que superan los tres minutos a veces- les permite esconderse más de un as bajo la manga. Su irrupción ha sido tal que se han ganado los elogios de tipos nada sospechosos de adular a cualquiera: Iggy Pop, Danny Fields (representante de los Ramones) y del libertine Gary Powell, que se los ha llevado a su sello 25 Hour Convenience Store. Dicen los cronistas que su anárquico y agitado espectáculo en el Roundhouse de Londres será recordado durante mucho tiempo, destacando la interpretación que hicieron de ‘Slew’.

El último lanzamiento del trío formado por Luke Griffiths, Jake Elliott y Barney Nash ha sido el del sencillo ‘Thick Skin’, una canción cruda bien regada por los ruidosos riffs, propios del garage. Las letras en las que no se cansan de repetir “what a waste / what a waste”, cantándolo de forma burlona como si lo hiciera el mismísimo Johnny Rotten, del que también parecen tomar cierta vertiente popera. Que no se me malinterprete, solo vengo a decir que la canción es de las que se pega fácilmente, está hecha para ser recitada, no para ser explicada.

Apariciones como está me llevan a pensar que la música de guitarras no está muerta, simplemente hay que buscar bien entre tanta paja. La decadencia del golpeo continuo del instrumento rockero por excelencia jamás se verá igualada, ni por mil máquinas. Si encima viene bien acompañada por una voz entregada, un bajo pesado y una batería furiosa, uno acaba casi renegando del progreso musical. Solo queda decir que lo mejor es dejar paso de forma ordenada a los False Heads. O mejor no: salgamos magullados de esta.

 

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