Once meses justos es el tiempo que ha pasado desde que los integrantes de El Columpio Asesino visitaran Zaragoza por última vez para presentar su quinto trabajo.
Ya nos lo chivaron en su concierto de Huesca hace unos meses, que regresarían a la capital y cumplieron su promesa.
Repetían sala, la sala López, a la espalda del Ebro. Repetían álbum, Ballenas muertas en San Sebastián. No sé si repetían Motel, pero lo que sí que hicieron fue repetir la estructura de su repertorio porque si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? ¡Y vaya si había funcionado el año anterior! El recuerdo de aquél recital es de esos que no se olvidan y fue uno de los mejores directos que pudimos disfrutar en la capital aragonesa durante el 2014. Así que ellos mismos se habían puesto el listón muy alto, y salieron cargados de energía al escenario dispuestos al menos a igualarlo ante un aforo que rozó el lleno.
Con la “intro” de Babel dieron el pistoletazo de salida, se escucharon bastantes susurros entre canción y canción pero Déjame nos devolvió la normalidad y dedicaron el concierto a Rafa Ángulo, agitador musical fallecido recientemente ligado a la banda en calidad de road manager durante una gira internacional.
Los nuevos temas sonaron sin interrupción y, como es normal, más coreados por el público que la última vez. La presencia de Cristina, que tiene una personalidad que atrapa en el escenario, es cada vez mayor en este disco cargado de obscuridad cuyos principales protagonistas en el directo son las cajas de ritmo, la batería y los sintetizadores.
La tríada final del bloque principal fue lo más saltado, esperado y, ¿por qué no decirlo? sudado, con tres canciones que quitan el hipo: Diamantes, Perlas y Toro. Seguro que, en su próxima gira, se les une Babel.
Y aunque aquí no seamos de los que piden los bises, los esperamos con ganas para cerrar un concierto que aunque no superó al anterior, ayudará a seguir congregando a muchos en su próxima visita para la que ya estamos haciendo la cuenta atrás.