Hace ya unos meses que nos llegaba información de un joven quinteto de Leeds, del que se decía que este 2014 iba a hacer mucho ruido. Corría el mes de octubre cuando arrasaban en el festival CMJ de New York. Ya los medios (New York Times entre otros) empezaban a hacerse eco e informar sobre Eagulls. Dos meses más tarde, un 7″ veía la luz, incluyendo Tought Luck y Opaque. En enero, la web de Pitchfork estrenaba Possessed y poco más tarde hacían aparición en el famoso programa de David Letterman. Al fin, a principios de marzo, podíamos disfrutar del LP de debut de título homónimo, en España gracias a Houston Party. Y fue (es) un gran disco.
Con todo esto, en la redacción teníamos marcada a fuego la fecha de ayer. El 8 de abril íbamos a comprobar en nuestra propia piel todas estas cosas.
Con una Sidecar aún medio vacía, los encargados de abrir la noche eran Ohios, un joven cuarteto de Vic. Presentaban su último trabajo, Faceless, y los amigos que fueron a apoyar (siempre es de agradecer) ayudaban a animar y caldear el ambiente. Ofrecieron un buen directo, con buenas canciones y mucho ímpetu en el escenario (de hecho, casi desmontan la batería en un momento del concierto). Les seguiremos la pista.
Llegaba el momento, los Eagulls saltaban al escenario, y mientras iban haciendo las pruebas de sonido, Sidecar iba llenándose más y más. Empezaban con Nerve Endings, canción que también abre el disco. Ya se desataba la locura entre el público, saltos, empujones, puños en alto, body surfing… Y todo esto con unas guitarras que sonaban demasiado bajas, algo que se solucionó sin mayor problema. Se sucedían los temas, Toufht Luck, Hollow Visions, Footsetps, como navajazos directos a los oídos, y es que el sonido del disco no hace sino mejorar en directo. Hacía tiempo que no veía a un público tan entregado desde el minuto 1. El único que interactuó un poco más con la gente fue George Mitchell, con una actuación impecable, dejándose la voz en cada estrofa y bailando como si la cosa no fuera con él. Canción tras canción se sucedían los bailes y empujones en las primeras filas hasta que se despidían con Possessed. La gente pedía que volvieran a salir, había ganas de más, pero no hubo bises.
El concierto duró algo menos de una hora y se hizo realmente corto, como un suspiro (quizá la pega que podríamos ponerle a la noche fue el corto setlist) . Y se hizo corto no porque racanearan sino porque cuando uno está disfrutando así de un directo, no quiere que acabe.
Anoche pudimos ratificar que todo lo que se decía sobre Eagulls está justificado, y sólo nos queda decir que si tienes la oportunidad de verlos, no lo dudes ni un segundo.
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