Goldenvoice, empresa organizadora del Coachella, tiró hace unas semanas la casa por al ventana organizando el Desert Trip. En él actuarán The Rolling Stones, Bob Dylan, Paul McCartney, Neil Young, Roger Waters y The Who.
«De pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados. No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!” (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo)».
Al igual que el Conejo Blanco, The Rolling Stones, Bob Dylan, Paul McCartney, Neil Young, Roger Waters y The Who llegan tarde de forma irremediable. La reunión se produce en un momento en el que ninguno de ellos –por motivos de edad- está en su mejor forma. Alguno, como Roger Waters, llega incluso representando a toda una banda en la que aún le quedan vivos dos compañeros: un tal David Gilmour y un tal Nick Mason. No pongo en duda que desde el Desert Trip hayan intentado una reunión, pero tampoco pongo en duda que no sepan que Waters no ostenta el nombre de Pink Floyd. En cualquier caso, a nadie se le escapa que este festival ha llegado por la simple razón de que se ha alcanzado el equilibrio entre la cantidad demandada por el ego de estas estrellas y los ceros ofrecidos que ha podido ofrecer Goldenvoice. Que tan ilustres nombres compartan cartel cuesta más de siete millones de dólares por cabeza según desvelaba Billboard, y Paul Tollet -presidente de la promotora- en un ejercicio de malabarismo ético corrobora que: “cobran lo que valen”. Es una pena que no se conozcan las cifras oficiales, ni cómo fueron las negociaciones, porque todavía habrá habido exigencias a cuenta del orden de las actuaciones. Los jefes de los 60 y 70 se mantienen en plena forma en ese sentido. El resultado final, expresado con cierta mala leche, ha sido el siguiente: The Rolling Stones telonearán a Bob Dylan el viernes 7 de octubre; Paul McCartney le calentará el público a Neil Young; y Roger Waters hará de Pink Floyd antes de que cierren el festival The Who.
A favor del Desert Trip hay que decir que no es muy caro para lo que ofrece. El abono normal de tres días está a trescientos noventa y nueve dólares, unos trescientos cuarenta y cinco euros. Es más barato que un iPhone. A ello habría que sumarle el transporte y el alojamiento, que si bien no van a ser baratos (el recinto hace honor al nombre del festival), tampoco agrandan demasiado la factura si uno no es muy remilgado. ¿Valdrá la pena el precio a pagar? Si nos atenemos a lo que costaría la suma del precio de las entradas de sus conciertos individuales, desde luego que sí. Porque a cada concierto individual se le sumaría -lo queramos o no- el valor añadido de la montante en su conjunto. Roger Daltrey, vocalista de The Who, como no podía ser de otra forma, comparte dicha idea. Como buena estrella del rock que es, dejó de lado cualquier atisbo de humildad e incluso olvidando a algún que otro compañero de profesión, afirmó lo siguiente:
Es lo mejor que queda de nuestra época, me alegra que lo hayamos conseguido.
Lo mejor que queda de aquella no es lo mejor del mundo actualmente. Es más quizás no sean ni los que mejor se conserven de entre los vivos. Pero aquí entra el juego el marketing (la sentencia no deja de ser un eslogan), la nostalgia o la rabia por haber nacido tarde, que tapan cualquier atisbo de duda sobre el Desert Trip. Porque ojo, no nos llevemos a engaños: The Rolling Stones no sacan un álbum al nivel de su fama desde el 78 (Some Girls), aunque el espectáculo lo manejan a la perfección por pura repetición; Bob Dylan mantiene bien el tipo pese a que su último gran trabajo haya sido “Love and Theft”; Paul McCartney lo hizo bien hace tres años en New, y eso que carga en la mochila con The Beatles y Wings; Neil Young publicó su último trabajo realmente reseñable en 2012 junto a Crazy Horse en Psychedelic Pill, después parece haber entrado en barrena; Roger Waters sacó un par de álbumes interesantes entre 1987 y 1992, Radio K.A.O.S. y Amused to Death, lejanos en calidad si lo comparamos con sus creaciones para Pink Floyd, si bien a su favor hay que decir que sus directos siguen siendo de buen nivel; The Who por su parte lanzó su último gran trabajo en el 79, la banda sonora The Kids Are Alright, no obstante llegarán calientes tras su gira de despedida. Visto así, el Desert Trip no parece una maravilla, mas sería injusto valorar la valía del cartel en función del último año en el que las musas estuvieron con sus participantes. No sería cabal llegar a esta conclusión tan simple porque The Rolling Stones pueden tocar varias horas de concierto a base de grandes canciones que van desde sus inicios a principios de los 60 hasta su ocaso con la llegada de los 80; porque Bob Dylan, el aparentemente más perjudicado físicamente para un directo -o eso me pareció a mí hace unos años- sigue sacando buenos temas con cuentagotas y no hablemos ya de sus clásicos; porque Paul McCartney es -tanto acompañado con The Beatles o Wings, como en solitario- uno de los máximos exponentes de la música contemporánea y un espejo en el que mirarse; porque Neil Young ha viajado millas en búfalo o acompañado por Crosby, Stills y Nash; porque Roger Waters fue algo más que un simple ladrillo en la banda más importante de la década de los 70; y porque The Who han traspasado lo meramente musical, asaltando la cultura popular.
Vayamos a la cuestión que me surge tras la afirmación de Daltrey: ¿son ellos lo mejor de entre los que quedan de su época? ¿Existen grandes ausentes en este evento? Claro que los hay, por supuesto que sí. Leonard Cohen, Van Morrison, Eric Clapton, Ray Davies y Dave Davies de The Kinks, Robert Plant y Jimmy Page de Led Zeppelin, Beach Boys, John Fogerty de Creedence Clearwater Revival, Deep Purple, Black Sabbath o Roger McGuinn (The Byrds) siguen en activo. Varios de ellos cosecharon más éxitos durante los 70 que durante los 60 (lo mismo le ocurre a Roger Waters), pero todos tienen sus raíces en la década de 1960. Ciertamente solo algunos de estos nombres habrían encajado en el Desert Trip a nivel publicitario, dado que muchos de ellos o bien no tienen el cartel de elitista exclusividad que el evento pretende transmitir, o bien no han sabido ocultar su decadencia con tanto decoro. Eso sí, estos nombres, en su momento de máximo esplendor, no tienen nada que envidiarle a los finalmente elegidos. Nunca un ausente le resta valor a un cartel -salvo que haya confirmación y cancelación de por medio- puesto que no dejar de ser un simple deseo. Y en el mundo de los deseos podríamos soñar con que la organización tiene todavía plazas libres y piezas con las que rellenarlas antes de centrarse en otras décadas a medida que estas estrellas se vayan apagando.
Ver a The Rolling Stones, Bob Dylan, Paul McCartney, Neil Young, Roger Waters y The Who va a ser un gran acontecimiento, un golpe de suerte para los que puedan acudir. No una fortuna tan grande como el verlos a todos juntos en plenitud, pero el que quiera cambiar esto que oposite para una plaza en el Ministerio del Tiempo. El Desert Trip será un festival para la historia, aunque no el mejor festival de la historia. Llega unos cuarenta años tarde, y lo hace casi como si de un espejismo se tratase dada su magnitud. Sin embargo, como ocurrió con el Conejo Blanco, al final llegará, y cuando se celebre nos parecerá lo más normal del mundo.