Esta vez, volvían a El Gran Café, lugar de referencia musical en general, para presentar su último disco, Big City Lies (2014).
El concierto comenzaba sobre las 23:00 del pasado jueves, con un poco de retraso, pero es lo de siempre, la espera no es tan amarga si lo que te acaban ofreciendo es un gran espectáculo. Y así ocurrió. Con un absoluto lleno en la sala, y en la que el público hacía gala de veteranía, alzando sus voces en cada canción o estibillo pegadizo.
De este modo comenzaron a sonar nuevas canciones, “Circles in the Salt”, “La Californiana” o “Holy Shit”. Se intercalaban los ya habituales monólogos anecdóticos de su guitarrista, Fernando Pardo, y son de agradecer. Personalmente, no disfruto los conciertos en los que los músicos se suben a tocar, acaban y se marchan. Lo divertido es que haya interrupciones en las que se cuentan cosas interesantes acerca del grupo. Y de este modo presentaron “Judee Sill”, canción que se encuentra en su último disco, y con la peculiaridad de que es cantada en castellano, demostrando que el idioma no es un impedimento y que siguen transmitiendo lo mismo, con la misma garra, pasión y fuerza.
Otra de las cosas que llama la atención para alguien nuevo en sus conciertos, como era mi caso, es que Miguel Pardo, cantante de la banda, se limitaba a cantar y no tocaba ningún instrumento. Puede parecer un dato banal, pero es muy díficil que un cantante de un grupo de rock, no toque un instrumento, y el escenario se le quede pequeño. Y ese era su caso. Les faltaba escenario. Porque hicieron que la noche leonesa ardiera y reventara.
Hubo sitio también para míticas versiones, como es la cover conjunta y superpuesta de “Smoke on the Water”, de “Deep Purple”, y “Fight for your Rights” de los Beastie Boys, o un homenaje a Sonic Youth, que es para quitarse el sombrero. Versionar a grupos tan históricos, es un ardua tarea de la que lograron salir, ya no solo impunes, sino que victoriosos, y en las que el público no pudo contener toda su emoción y pasión.
El concierto iba acabando y sonaban canciones rescatadas de sus primeros discos, la increíble “I Enjoy the Forbidden” o la nueva e instrumental “Huesos de Santo”.
La verdad es que decir todo esto de Sex Museum, son obviedades, no se puede esperar menos de un grupo que lleva tantos kilómetros a su espalda. No son unos novatos, y viven por y para el rock and roll. Así te lo hacen saber en sus directos, y no es mala forma de vida.
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