El cantautor no pierde las buenas costumbres y sigue ofreciendo un directo impecable.


Paladear en un mismo concierto a Bob Dylan, George Harrison y Xoel López es un gustazo. A priori pudiera parecer que mezclo el tocino con la velocidad, pero el regusto que me dejó el concierto del gallego -que ofreció el viernes en Cambados- fue ese. El sabor a George Harrison viene de la memoria, que me recordaba que no es fácil dejar atrás un pasado en grupo sin perderse por el camino. Y si bien es cierto que la sombra de los Beatles terminó suponiendo un suplicio para el británico, también lo es que Deluxe fue luz para Xoel. Mientras el primero se sintió perdido y poco identificado con su público al comenzar su carrera en solitario, el segundo ahonda cada vez más en la conexión con los que se acercan a disfrutarlo.

Empezó por el principio. La primera canción en sonar fue ‘Hombre de ninguna parte’, que a su vez es la primera de su disco Atlántico (Esmerarte 2012). Un tema que demuestra que de la nostalgia pueden salir sonidos que te inviten a bailar con ella. Y siguió con los contrastes tocando ‘Caballero’, una forma de redimirse cantando con una sonrisa para aquellos que sienten que dieron más de lo que recibieron en una relación. La palabra “contrastes” la escribo a conciencia y como algo positivo, porque cantarle en tono melancólico a las penas es relativamente fácil. Lo complicado es hacerlo con energía y pasando de puntillas por géneros latinoamericanos sin llegar a encasillarse en uno en concreto.

Lo siguiente en suceder fue un breve pero intenso viaje a ‘Buenos Aires’. De la costa de Galicia a la ciudad porteña. Y como dice en la letra que compuso: “y qué importa aquí, allá o hasta cuando cuando el sueño supera la razón”. El olor de los quioscos de flores se mezclo con el del mar para dar paso a una plegaria: ‘Por el viejo barrio’. Puro corazón descorazonado vibrando entre seis cuerdas que continuó con la aventura que supone sumergirse en ‘La gran montaña’. Porque a Xoel lo que de verdad le interesa es transmitir. Y queda patente que se sobra y se basta él solo para hacerlo.

Él solo volvió también a su época en Deluxe. “Siempre, siempre buscando fotos del mañana que acabarás olvidando por ser de ayer”. Y un ritmo acentuado con la misma guitarra que lo acompañaba. ‘Ver en la oscuridad’ es un gustazo en directo. Vértigo puro para los sentidos. La siguiente en subirse al escenario fue ‘A serea e o mariñeiro’, una canción en gallego -con mucho de rock– que pertenece a su segundo disco en solitario que saldrá publicado el 26 de este mes. Y se recreó en el pasado con ‘Quemas’, un dolor fulgurante y pulsátil transformado en himno del desamor. O del amor. O de recuerdos que aún sangran.

Al piano llegaron ‘De vino y espejos’ y ‘Tendremos que esperar’. Dos caramelos con interior amargo que Xoel desenvuelve con mucho mimo. Son como limón recién exprimido al que hay que echarle un kilo de azúcar para digerir mejor. Engañar a los sentidos dulcemente para que parezca que no duele. Sin mirar. Esa es la sensación que provoca. Y  a continuación se asomó a ‘La boca del volcán’ con un ukelele entre las manos.

Se dejó caer por el cementerio del pasado para reconocer que a veces se siente miedo y hacer entender a los presentes “que justamente ese es el gesto más valiente”. ‘Reconstrucción’ suena a superación y aceptación de dificultades. Un torrente de realidad fallida en la que el público se recreó. Y a lo mejor no se puede tener todo en esta vida, pero nos deleitó con una canción de su época en Lovely Luna llamada ‘Parando el tráfico’ que sorprendió a más de uno que no conocía toda su trayectoria musical. Fue en este momento donde llegó el regusto a Bob Dylan del que hablaba al principio. Él mismo explicó que cuando hicieron la canción no había internet. “En los 90 tenías que comerte el coco y tratar de encontrar la manera de sacar las canciones con la técnica que querías”. Investigando, consiguieron aprender el fingerpicking, una forma de tocar la guitarra muy usada por cantantes folk como Dylan.

Seguramente no exista el karma y no sea más que consuelo de tontos, pero qué a gusto se queda uno cantando ‘Todo lo que merezcas’ sintiendo que las 800 personas que asistieron al concierto lo acompañaban en el sentimiento. El primer single de lo que será el segundo disco de Xoel en solitario, levantó los ánimos de diestro y siniestro. Y volvió a Atlántico (Esmerarte, 2012) con ‘Joven poeta’ y ‘Desafinado amor’. Esta última con un ritmo al que era imposible no mover los pies. Hasta los típicos que cuando salen de noche se quedan quietos en los pubs cayeron en la tentación.

Supo escoger muy bien los tres temas con los que cerró. ‘Tierra’ es ya un emblema del gallego. Y si no la hubiera tocado se la habrían pedido. ‘El amor valiente’ y ‘De piedras y arena mojada’ fueron las dos últimas. No todo iba a ser mal de amores. Que quede patente que hay que atreverse y no creer en los fantasmas. Y ojalá quede Xoel para mucho tiempo. Bravo.

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