Dejar atrás un pasado marcado por los 80 y Stock, Aitken y Waterman no debe ser fácil. Rick Astley se las ha apañado para resurgir y hacerlo con gracia. Con mucha, de hecho.


Tenía mucha fe en el concierto de Rick Astley, en parte cimentada en mi infancia (para esas cosas fui muy precoz), y en parte porque su paso por el Youfest no estuvo nada mal– recordemos que compartió escenario, entre otros, con Wendy Sulca, la joven pro lúpulo. Presentarte en gira – seis fechas en España- frente a un público más bien nostálgico y saber defender tu espacio no es algo al alcance de todo el mundo, es lo que tienen los revivals. Afortunadamente el señor Astley se lo ha montado bastante bien. Pero no podemos pasar al ajo sin mencionar al grupo que le precedía, Cirilo (con los Pitillos). Una combinación curiosa de bandas, como ellos mismos verían desde el escenario, porque el rock tirando a hard del grupo era un claro contraste con el pop británico y bien queda de Astley. Sonaron bastante bien, incluyendo ‘Presiento’, aunque temo que la gente sólo recuerde el estribillo noventero que lanzaron del “hey pijo” (sí, sí). No sé si era un guiño al numeroso público de jersey sobre los hombros que había en La Riviera.

Tras unos 30 minutos de cambio, arrancó Rick Astley con ‘Together forever’. Dejando de lado lo que alcanzó con el trío de productores SAW, la voz de Astley sonaba alta y potente, es un buen solista y se hace acompañar de unos músicos excelentes. Sabe cuál es su lugar, no lo esconde y además resulta ser un showman que no veas. No dejó de bromear con su banda y con el público durante dos horazas de concierto en el que hubo dos bises. Insistió repetidas veces en que no tenían más canciones y en lo encantado que estaba con el país entero y el Jägermeister. Y no era para menos porque la sala estaba bastante llena, restricciones de aforo aparte. Inevitablemente las canciones más coreadas fueron ‘She wants to dance with me’, ‘Whenever you need somebody’ y ‘Take me to your heart’. Cuando muy al final de la noche le llegó el turno a ‘Never gonna give you up‘ Rick Astley ya se había ganado fama entre el público de ser algo más que un one-hit-wonder. Por supuesto, también sonaron ‘Cry for help’, ‘Superman’, ‘Don’t say goodbye’ y algún otro tema demasiado nuevo para ser reconocido todavía, como él mismo comentaba. Por si quedaba alguien no converso al encanto Astley en un momento dado de la noche agarró las baquetas y se puso a tocar y cantar ‘Highway to hell’. Guiños como estos, las ácidas referencias a los ochenta en su discurso y otras coñas conformaron un espectáculo, más que un concierto, que justifica plenamente su vuelta a los escenarios. Lo único que podían haberse ahorrado era interpretar la irritante y manida ‘Happy’ y ‘Uptown funk’, que es buen tema, pero le dio cierto aire de verbena al concierto que no era necesario, de verdad.

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