El pasado sábado 9 de abril Noel Gallagher llegó a Montjuïc de la mano de sus High Flying Birds para ofrecer un concierto y acabó creando devoción entre los asistentes.


No contento con dejarnos el corazón en mil pedazos después de su actuación en el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), Noel Gallagher volvió a nuestro país junto a sus High Flying Birds los pasados 8 y 9 de abril en Madrid –donde consiguió colgar el cartel de sold out– y Barcelona respectivamente. Todavía girando por todo el mundo para presentar su segundo disco Chasing Yesterday (2015) y arrasando allá adonde vaya sigue demostrando que es una verdadera estrella, y en ningún caso fugaz.

Como bien era de esperar por parte de unos fans acérrimos como son los madferits, no fueron pocas las horas durante las que la entrada del Sant Jordi Club se convirtieron en su (incómodo) hogar. Después de tanto tiempo en el mismo lugar, los nervios y las latas vacías de cerveza se amontonaban alrededor de la gente; siendo ambos los causantes de surrealistas charlas con desconocidos y carreras a los baños. Incluso antes de lo previsto –lo nunca visto- los encargados de seguridad anunciaron la apertura de puertas y casi sin darme cuenta la sala se había llenado prácticamente.

Augustines.

Augustines, los neoyorkinos que tienen el honor de telonear a Noel Gallagher’s High Flying Birds en su gira europea durante este mes de abril, subieron al escenario pisando fuerte desde el primer segundo. Prácticamente uniformados con elegantes abrigos negros, sus tres integrantes no dejaron de hacer ruido durante la escasa media hora que duró su show sin siquiera inmutarse ante las caras serias y los gritos aclamando al mayor de los famosos Gallagher que predominaban en la pista. Mientras los técnicos descolgaban la enorme tela que rezaba su nombre y organizaban los pedalboards de los High Flying Birds absolutamente todos los asistentes tenían el corazón en un puño, sin importar cuantísimas veces hubiesen tenido delante a uno (o ambos) de los polémicos hermanos.

Tras el cambio de luces causante de una explosión de gritos y aplausos comenzó a sonar –como es costumbre- ‘Shoot A Hole Into The Sun’ y, a la par que más de uno intentaba retener las lágrimas de emoción, Noel Gallagher y sus cuatro compañeros aparecieron por fin. De la misma forma que lo hizo en el FIB, iniciaron el setlist con ‘Everybody’s On The Run’. Por si quedaba alguien entre el público que no hubiese llorado aún, me figuro. Con angustia en el pecho pero también una sonrisa de oreja a oreja, en el minuto uno del concierto cada uno de los presentes ya nos desgañitábamos con los brazos en alto. Abriendo la veda del Chasing Yesterday (2015), tocó tres canciones seguidas que pertenecen a ese segundo disco y en ‘Riverman’ se demostró la sobresaliente aportación de los soportes de viento que llevan con ellos los High Flying Birds. Noel Gallagher es sin duda el gas, pero aquellos hombres escondidos al fondo del escenario son la chispa que consigue crear esa llama hipnotizadora.

Noel Gallagher’s High Flying Birds.

Si alguien jamás os dice “I’ll never say that I won’t ever make you cry”, aunque sea Noel Gallagher, no le creáis. Reconozco que desde el primer acorde de ‘Talk Tonight’ las lágrimas empezaron a brotar indiscriminadamente de mis ojos y cuando pude fijarme en la gente de alrededor la situación era similar. Tras ‘The Death Of You And Me’, de su primer disco cuyo nombre es homónimo a la banda y que publicó en 2011, decidió dedicar ‘You Know We Can’t Go Back’ a los fans de Oasis. Hiriente. Aunque no más que la versión de ‘Champagne Supernova’. En ese momento entre el público empezaban a verse auténticas lágrimas de felicidad que se perdían entre las costuras de la camiseta del amigo al que estuviesen abrazando en aquel instante. Con escasas palabras por parte del mancuniano y tras ‘Ballad Of The Mighty I’ vino la que, por lo menos para mí, fue la parte más emotiva de la noche: ‘Sad Song’. Me dejó tan en shock que necesité también parte de ‘D’Yer Wanna Be A Spaceman?’ para recuperarme. Noel decidió dedicar esta joya de Oasis a sus tres hijos allí presentes y de entre los asistentes salió una cálida ovación por ese gesto tan tierno. Para recuperar (brevemente) las fuerzas, los instrumentos de viento y potentes riffs de guitarra de ‘The Mexican’ se encargaron de invadir el Sant Jordi Club y posiblemente también sus alrededores.

Desde este instante, con ‘Half The World Away’ del The Masterplan (1998) de Oasis comenzó un alud de sentimientos que no hizo más que coger velocidad y arrasar con la estabilidad emocional de cuantos se hallaban en la sala. Además, siguiendo con ese mismo disco, ‘Listen Up’ logró que este espíritu hooligan que viene en el ADN de todo madferit empedernido saliese por los poros. ‘If I Had A Gun’ hizo la función de break entre las covers de Oasis, pero una vez pasaron los cuatro minutos que dura esa canción volvimos a viajar al 1994 en volandas mediante ‘Digsy’s Dinner’ y se despidieron tras la excepcional ‘The Masterplan’. Con las emociones a flor de piel y la seguridad de que el tal Noel Gallagher no puede ser de este planeta, los artistas marcharon durante un breve momento.

Al volver al escenario, de nuevo entre aplausos y gritos, empezaron el encore con una versión de ‘Wonderwall’ que desconcertó debido a unos cambios en su ritmo que sorprendió a gran parte del público. Como era de esperar pusieron la guinda del pastel -aunque antes tocaron su ‘AKA… What A Life!– con ‘Don’t Look Back In Anger’. Los asistentes, completamente entregados, se dividían entre aquellos que estaban a los hombros de alguna buena persona y los que se aferraban a quien fuese que tuviesen al lado mientras se dejaban la garganta en cada palabra. Era tal el ímpetu con el que el público de Barcelona gritamos ese himno (porque no hay palabra mejor para describirlo), que cuando Noel se alejó del micrófono para dejar que cantásemos a capella llegué a sentirme dentro de ese directo en Argentina en el 2009 que tantas y tantas veces habré visto e intentado visualizarme en él.

Después de lo vivido solamente queda desear con todas las fuerzas que todavía queden por delante muchísimos conciertos de Noel Gallagher: el dios encerrado en un cuerpo de mortal. Si de una cosa no se puede ni dudar es que la calidad estará asegurada.

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