La noche del viernes 6 de febrero la sala El Sol de Madrid se preparaba para acoger el concierto de presentación de Caminitos del deseo, el nuevo trabajo de Manos de Topo autoproducido y publicado por su propio sello.


Reconocer abiertamente ante familia y amigos que te gustan Manos de Topo es algo así como salir del armario o admitir que votaste al PP, un ejercicio de valentía. Nadie entiende qué le podemos ver a un grupo que llora más que canta, incluso a mí me costó entrar en el universo paralelo de Manos de Topo, pero es que una vez que te sumerges en sus canciones es imposible salir.  Recuerdo la primera vez que le di al play a Escapar con el anticiclón, no pude ni terminar la primera canción, pero algo me empujó a volver a escucharles y esa vez fue la definitiva, con la frase “solo destacas por tus zapatos, no por tu forma de andar” algo hizo click en mi cabeza y desde entonces pregono con orgullo que soy fan de Manos de Topo.

Los barceloneses Manos de Topo volvían a la capital después de mucho tiempo para presentarnos su nuevo trabajo Caminitos del deseo, autoproducido bajo su propio sello discográfico, Collar de Macarrones, y con la inestimable colaboración de Ramón Rodríguez (The New Raemon y Madee) en la producción, quien les ha ayudado a imprimirle al disco una oscuridad propia del de Cabrils.

La mítica sala El Sol de Madrid servía de refugio a todos aquellos que desafiaban a la gélida noche madrileña y se animaban a acompañar a Manos de Topo por sus caminitos del deseo, los barceloneses no podrían estar mejor acompañados y es que hacía ya semanas que el cartel de todo vendido colgaba de la taquilla de la sala. Con “La mañana” de Peer Gynt daba comienzo la noche, Miguel Ángel Blanca y sus secuaces subían al escenario entre aplausos, la suite de Edvard Grieg, que había llenado la escena de luz y claridad se desvanecía para dejar paso a los oscuros guitarreos de “Collar de macarrones”, tema perteneciente a su último trabajo y que, pese a llevar en la calle tan solo unos meses, el público madrileño coreó sin problemas, igual que ocurrió con “Ingeniería nupcial”, que como si de un mantra se tratase invocó a Satán, ni en el infierno se estaba tan calentito como en la sala El Sol en ese preciso instante. Con este nuevo disco Manos de Topo abandonan la senda de lo políticamente correcto y buscan un atajo para llegar a la meta, abriendo a su paso sus propios caminitos del deseo a través de xilófonos, violines y sombrías guitarras que crean la atmósfera perfecta para sus dramas cotidianos y tragedias en batín.

Sin duda lo que esperaban los allí presentes era la revisión de los temas más clásicos de Manos de Topo, por eso la sala estalló cuando los ritmos a la batería de Rafael de los Arcos dieron la bienvenida a “Estatua de la libertad”, con este tema se abrió la veda y los catalanes comenzaron a repasar toda su discografía, desde Ortopedias bonitas hasta Escapar con el anticiclón pasando por El primero era mejor; el público bailaba, cantaba y pedía a gritos “Balas en Dallas” petición que no fue escuchada por los barceloneses y nos dejó a todos con ganas de recordar a JFK y su descapotable. Entre camisas de fuerza, guantes, hilo dental y los sinuosos violines de Sara Fontán llegábamos al que parecía el fin de fiesta, con “El pollo frito” Miguel Ángel Blanca y compañía bajaban del escenario.

Un público entregado y con muchas ganas de seguir disfrutando reclamó a Manos de Topo hasta que volvieron a subir al escenario, esta vez aparecieron en escena henchidos de orgullo, en tan solo una hora habían crecido de tamaño en el escenario hasta tal punto que los edificios de Madrid les llegaban por las rodillas y así, con “Mejor sin el pijama”, “Es feo” y “Lógico que salga mal” cerraron una noche que será muy difícil de olvidar para todos los que tuvimos el placer de asistir a la presentación de Caminitos del deseo. Como bien dijo Miguel Ángel Blanca, ojalá fueran nombrados presidentes de la sala El Sol y pudieran tocar allí cada noche.

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