Para los que crecimos escuchando cosas como Cream, Pink Floyd o Led Zeppelin la música de Black Mountain tiene la reconfortante cualidad de lo familiar. Los de Vancouver nos transportan con su música al universo sonoro de aquella otra época dorada en la que se veneraba a los dioses de la guitarra. Llamando a su álbum IV a secas hacen un guiño al pasado. El nombre del álbum se entiende pues como un homenaje al el mítico IV de Led Zeppelin o el vol. 4 de Black Sabbath. Y es que Black Mountain no tienen pretensiones de ser otra cosa que lo que son: un grupo de rock clásico inspirado en el universo musical de los setenta. Pero lo que hacen lo hacen bien, increíblemente bien, partiendo de esa base pero elaborando un sonido propio.

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