El 22 de abril estuvimos en la madrileña sala Moby Dick disfrutando del concierto de Gole Yaika e Iceberg.


Madrid ofrece diferentes zonas por las que dejarse caer hasta que la luz del sol te eche del garito de turno, te mire a los ojos y te lleve a tu casa a dormir la mona. El refrán tiende a modificarse y convertirse en un dime por dónde sales y te diré a qué aspiras. En Cuzco y alrededores, donde ardía la llama de la extinta Torreuropa, la etiqueta es la llave para la diversión pero aún quedan reductos de lugares más cavernosos. Si eres de los que gastas zapatillas y no sabes hacerte el nudo de la corbata, tu sitio es la sala Moby Dick (Avenida Brasil, you know what I mean). Por si fuera poco, antes de la jarana, programan conciertos y, de hecho, lo hacen con muy buen gusto. ¿Para prueba? El concierto del pasado viernes 22 de abril de Gole Yaika.

Sin paraguas y a lo loco, decidimos rezarle al destino para que la noche fuera tan triunfal como se auguraba y comenzarla con doble sesión de bandas emergentes de la capital. Se habla de la escena madrileña aunque sería más acertado hacerlo de la buena salud de las propuestas salientes. En siglos pasados decían que la crisis alimentaba el ingenio y, por lo visto, estos chicos no andan famélicos de ideas. Como teloneros se presentaron Iceberg, cuarteto clásico de flema británica que descargó sus chispazos mientras la sala iba ganando en volumen de aforo. Con un segundo EP en camino y los hermanos Gallagher a la vista, hicieron partícipe a los congregados de estribillos tan pegadizos como los de ‘My Hurricane‘, último single y uno de sus mejores temas.

En un día en el que Love of Lesbian volvían a la acción en La Riviera y surgían propuestas como la de Cápsula y The Garage Players, es de destacar como unos jóvenes prácticamente desconocidos para la mayoría fueron capaces de llenar la Moby Dick. Las juventudes presentes en las primeras filas venían con la lección aprendida y sabían que pese a tratarse de un concierto de despedida (momentánea, pero ¿acaso no tienen derecho a darse un descanso los pobres?), el no ser arrítmico te aportaba puntos a tu favor. Radios, prensa especializada y gigantes de la producción de festivales continúan centrados en unos límites inamovibles, pero el boca-oreja sigue siendo vital para dar alas a las nuevas bandas. Gole Yaika tienen talento, frescura, músculo y don de gentes para empezar a jugar la promoción y subir categorías. En cuanto aparecieron en escena los cuatro Gole Yaika(s), la entrega y atención fue total, incentivada con las primeras notas de ‘Namibia‘, uno de sus temas estrella. El concierto no tuvo lugar para la pausa y repasó los temas de sus dos discos más representativos (Chroma y Namibia) de una banda que rema en la misma dirección de contemporáneas como Mirémonos (a quienes vimos entre el público junto con Psicología Inversa y los compañeros de Indie Hache), los Miss Caffeina más electrónicos, Grises o Two Door Cinema Club y Foals. Pop bailable cargado de riffs, luminosidad eléctrica, un bajo organizador en el centro del campo y ese gusto por percusiones tribales que pusieron de moda hace unos años los buenos de Vampire Weekend. En tu mente iba creándose una espiral psicotrópica al ritmo de los acordes de ‘Artificial‘, ‘Instinto Homicida‘ o sus coqueteos con el anglo en ‘Firestone‘. Y, de repente, un extraño. Teletransportación a la cantina de Stars Wars y la sala se llenó de troopers y algún que otro desfasado Han Solo. Tras ese momento de relax, Gole Yaika se despidieron con otro de sus éxitos, ‘Herida Perfecta‘. La vuelta era parte del (conocido) juego de los egos, pero no por ello faltaron los gritos de esos leales fanses que nunca tienen suficiente. Como colofón, continuaron con su fiesta de electrónica y pop con un as bajo la manga: después de ‘Chroma‘ llegó Cindy Lauper para ser versionada con voz masculina (e imaginamos que con oscuras intenciones). El público estaba cerca del éxtasis y este se produjo con el toque de queda introducido por ‘Ínfimo’. El concierto llegaba a su fin, pero no la fiesta. Si nuestro destino desborda la imaginación, brindaremos por esta ficción. Y eso hicimos.

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